El joven rapero no debiera estar en la sombra; la "corona" cuanto menos despojarse de exceso de privilegio y poder; la clase política dar ejemplo de servicio desinteresado..., pero todo ese justo clamor adquiriría infinita más fuerza y eficiencia con la acción pacífica. El "ahimsa", la no violencia activa implica una gran acumulación de poder interior y de amor. Si todas esas protestas hubieran sido pacíficas, en alarde de civismo, Hasél tendría los minutos contados en prisión. Nuestra calles ahítas de cristales rotos y de hogueras hasta los cielos, no necesitan más odio, sino pureza de ideales y medios a su altura. El ósculo con más ternura no lo será junto a la barricada del odio. * Imagen de "El País" |
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