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Ãngeles de la niebla

Gozo grande de volver a acariciar teclado, gozo profundo de reencuentro en la pantalla. Casi nos traga la niebla, nos engulle en su magia engañosa, casi nos quedamos en medio de su geografía leve, incierta, desconcertante. Salimos de esa niebla y vemos colores definidos, contornos claros y nos sentimos en prórroga y no paramos de dar gracias al Cielo. En una curva en mitad de la niebla hemos tenido en suerte renacer y conocer seres extraordinarios. No sabemos de su identidad, de su origen, sólo de su generosidad y arrojo. De seguro que no leerán estas letras, pero queremos de cualquiera de las formas, muy sinceramente agradecerles.

Fue ya entrada la oscuridad en el día de Reyes, volvíamos felices de los momentos vividos en familia. Viajábamos cargados con nuestros regalos hacia casa. Fue en la nacional I, en un puerto de Etxegarate bañado en la niebla y con un tráfico constante. Era una de las últimas y pendientes curvas. El viejo coche quiso detenerse justo ahí en el lugar más delicado para seguramente morir, para probarnos a nosotros, para conocer siquiera por unos instantes a gente maravillosa. Del "capó" salía una enorme humareda. No nos habíamos percibido anteriormente de ella debido a la niebla. En seguida salimos para tratar de evitar con nuestra presencia y las manos bien en alto un choque en cadena. Aún no sabemos cómo, pero milagrosamente lo logramos. No hubo colisión alguna. Una vez logramos ralentizar el tráfico y colocados los triángulos, era urgente, en medio del tráfico, escorar el coche al bordillo para evitar colisones, pero no podíamos con el peso del coche cuesta arriba. No hubo que llamar a nadie. Varios coches aparcaron al bordillo. Tres personas corrieron a donde nosotros. Seis manos vinieron a ayudarnos y logramos arrinconar el vehículo. Respiramos profundamente, el peligro había pasado.

Una de las mujeres que nos ayudó a empujar el vehículo, nos regaló también el chaleco reflectante imprescindible en esa situación y que no teníamos a mano. En medio de la confusión todo transcurrió correctamente, los coches desaceleraron, nadie se inquietó, la ayuda llegó y salimos del enorme apuro. Después todo fue amabilidad, profesionalidad,, corrección, ganas de ayuda sin excepción alguna: Ertzaina, Servicio de Carreteras, Servicio técnico, taxi…

No sé porque seguimos tecleando, respirando… Todo apunta a que debíamos salir de esa niebla y contároslo, contar esta y otras historia que sigan glosando la fe en nuestra humanidad, en su progreso, en sus altas metas. El coche está en la UVI aún sin saber siquiera diagnóstico, pero muy probablemente no vuelva a escalar puertos, no merezca la pena el arreglo. Gracias de corazón a los amigos de la niebla, a quien nos sacaron de tan apurada situación. Hay mucha humanidad que no mira para sí misma, que en medio del aprieto ajeno, no vacila en ayudar. En medio de las más cerradas nieblas, la solidaridad sigue triunfando. Podemos constatarlo.


* Posta data. Si alguien quiere jubilar un coche, aquí tiene un posible paradero.

 
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