Fue ya entrada la oscuridad en el dÃa de Reyes, volvÃamos felices de los momentos vividos en familia. Viajábamos cargados con nuestros regalos hacia casa. Fue en la nacional I, en un puerto de Etxegarate bañado en la niebla y con un tráfico constante. Era una de las últimas y pendientes curvas. El viejo coche quiso detenerse justo ahà en el lugar más delicado para seguramente morir, para probarnos a nosotros, para conocer siquiera por unos instantes a gente maravillosa. Del "capó" salÃa una enorme humareda. No nos habÃamos percibido anteriormente de ella debido a la niebla. En seguida salimos para tratar de evitar con nuestra presencia y las manos bien en alto un choque en cadena. Aún no sabemos cómo, pero milagrosamente lo logramos. No hubo colisión alguna. Una vez logramos ralentizar el tráfico y colocados los triángulos, era urgente, en medio del tráfico, escorar el coche al bordillo para evitar colisones, pero no podÃamos con el peso del coche cuesta arriba. No hubo que llamar a nadie. Varios coches aparcaron al bordillo. Tres personas corrieron a donde nosotros. Seis manos vinieron a ayudarnos y logramos arrinconar el vehÃculo. Respiramos profundamente, el peligro habÃa pasado. Una de las mujeres que nos ayudó a empujar el vehÃculo, nos regaló también el chaleco reflectante imprescindible en esa situación y que no tenÃamos a mano. En medio de la confusión todo transcurrió correctamente, los coches desaceleraron, nadie se inquietó, la ayuda llegó y salimos del enorme apuro. Después todo fue amabilidad, profesionalidad,, corrección, ganas de ayuda sin excepción alguna: Ertzaina, Servicio de Carreteras, Servicio técnico, taxi… No sé porque seguimos tecleando, respirando… Todo apunta a que debÃamos salir de esa niebla y contároslo, contar esta y otras historia que sigan glosando la fe en nuestra humanidad, en su progreso, en sus altas metas. El coche está en la UVI aún sin saber siquiera diagnóstico, pero muy probablemente no vuelva a escalar puertos, no merezca la pena el arreglo. Gracias de corazón a los amigos de la niebla, a quien nos sacaron de tan apurada situación. Hay mucha humanidad que no mira para sà misma, que en medio del aprieto ajeno, no vacila en ayudar. En medio de las más cerradas nieblas, la solidaridad sigue triunfando. Podemos constatarlo. * Posta data. Si alguien quiere jubilar un coche, aquà tiene un posible paradero. |
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