Me consta que no está de moda glosar la fidelidad, pero uno ha contemplado tanta felicidad bajo su sólido y cálido tejado, que no puede por menos que cantarla. A pesar de Ashley Madison y otras tantas webs del ramo, a pesar de la crisis de valores y la plena expansión de la civilización del hedonismo y el placer a la carta, cuántos hogares no se hallan en dicha, instalados en paz, alegrÃa y fraternidad, en importante medida, gracias a que los padres han sabido guardarse mutua fidelidad. No, no está de moda, pero las modas pasan y los valores eternos perduran por siempre. SÃ, fidelidad porque la mente es limitada y en el cuadro de quien desea servir al prójimo, no hay sitio para muchas fantasÃas; porque el latido del corazón se acostumbra a un oÃdo y el cuello antojadizo a una almohada. Fidelidad o la tranquilidad de saber que tu pareja esta centrada contigo en un proyecto común de mutuo conocimiento y crecimiento, de compartido servicio. Fidelidad o la constatación de que el otro, la otra valora bien alto lo que juntos podéis hacer, dar, construir, soñar, repartir, sembrar… Fidelidad es reparar en que la monotonÃa y el tedio son una imperdonable concesión que hacemos a la muerte; que cada dÃa es diferente si nos atrevemos a saludar la mañana con mirada de aliciente, preparar otro desayuno sorprendente, o encontrar una lectura emancipante. Es saber que tu compañero o compañera no es perfecto, pero que tú eres la persona que más puede ayudarle en ese imprescindible camino de perfección en el que os habéis embarcado. Es concluir que la persona ideal sólo existirá, cuando uno mismo se haya asomado a esa alta cima. El futuro se construye a base de confianzas y de lealtades que vamos confirmando cada dÃa. Fidelidad es que te ocurra algo muy hermoso y no tengas duda del primer teléfono que has de teclear, ni de la primera persona a quien se lo deseas confiar. Fidelidad sÃ, también de labios y de piel, porque a tu cuerpo no le puedes marear con más cuerpos y a tu alma le basta con un confidente. Fidelidad sÃ, también de la carne, no porque lo manda la Santa Madre Iglesia, sino porque hay un amor universal que se reparte y hay otro conyugal que perpetúa la vida, porque la semilla es de un solo hoyo, porque cuando te enfermas en la frente solo hay sitio para una mano. Fidelidad porque no todos los vasos son comunicantes, porque tu lÃquido es tu esencia sagrada, que no puedes derramar en cualquier copa. Fidelidad porque ella no durmió hasta que oyó tu llave, porque se dejó la mano exprimiendo naranjas cuando la gripe. Fidelidad por qué unos minutos de ardiente placer no compiten con una vida de templado gozo; porque la virtud ya no está encerrada en la sacristÃa, porque el viento ya giró demasiadas veces tu veleta, porque a tu caballo no le puedes seguir confundiendo con tantas puertas. Fidelidad porque los años no pasan en balde, porque pudo haber un tiempo breve para las correrÃas, pero ha de haber otro mucho más ancho para la lealtad y el compromiso. SÃ, la vida es orden y compromiso y una pareja estable es parte vital del sólido entramado social también a levantar. SÃ, la lealtad es renunciar a ser juguete del capricho, es saber que bajo la intimidad de las sábanas hay muchas músicas, pero un solo viento. Fidelidad porque nos debemos a un solo horizonte, por más que las olas salten y distraigan nuestra mirada. Fidelidad no por miedo, ni por amenaza, ni por una firma en una iglesia o en un ayuntamiento, sino por el juramento que renuevas cada mañana con un beso en sus labios, con una sonrisa cada vez que la brisa infla su pañuelo en la cabeza. Fidelidad no por seguridad, sino porque acordasteis ir juntos a por un mismo cielo. Fidelidad porque ella te fue entregando lo que tú aún te reservabas. Porque no guardó nada para sÃ, porque te confió el cofre de sus secretos, amén de la clave y el "login" de su correo; porque a ti te basta su perfume y a ella los piropos en su dialecto; porque conoces su letra y su rúbrica solemne, sus suaves ronquidos y su escasa dosis de miel en el té de la mañana. Fidelidad es también ¿por qué no?, la pereza de volver a contar la vida cuando ya la tenÃas contada, de confesar tus manÃas cuando ya estaban asumidas, de relatar los achaques cuando tu compañera ya los tenÃa catalogados. Sà fidelidad, porque debe ser que nos vamos haciendo viejos y en la aún maravillosa aventura de la vida optamos por muchos amigos, pero por una mano, una compañÃa hermana y amiga al mismo tiempo. La fidelidad no es un valor que pasa, porque el amor de pareja puede ser eterno y sólo caduca lo que no tiene futuro, ni fruto. |
|
|
|