Quisiera concretar un poco la idea. Hemos participado estas dos últimas semanas en sendas iniciativas aparentemente muy diferentes, a saber el XVIII Encuentro Ibérico de Ecoaldeas, celebrado en la comunidad Navarra de Arterra en Navarra y en la Peregrinación interreligiosa por la paz que ha organizado un grupo de personas católicas, Pedro Alvarez Tejerina a la cabeza. En ambos entornos nos hemos sentido en casa, felices, cordialmente acogidos. En ambos hemos podido conocer a gente entrañable, trabajadores de corazón a favor de un nuevo mundo de fraternidad y de comunión con la Tierra nuestra Madre. Somos más de lo que pudiéramos imaginar, estamos en más lugares de lo que pensábamos, hablamos muchos idiomas, vestimos otros tantos colores, danzamos y soñamos de las más variadas formas… Quizás lo que restaba ensanchar y flexibilizar era nuestra mente. La Trama divina se teje desde muchos ángulos y sus tejedores se hallan en lugares que ni siquiera sospechábamos. Algo de todo ello hemos tenido en suerte vivir en este verano ahora ya moribundo. Quizás algún caso pueda ilustrar la idea. Nos hemos sentido por ejemplo muy a gusto en compañÃa de la mujer joven de pelos de rasta que nos enseñaba cómo construir con balas de paja, que nos ilustraba sobre las diferentes opciones de letrina seca... Nos hemos sentido muy cercanos a ella y a su anhelo de un mundo más sencillo, austero y en simbiosis con la Madre. En lo que podrÃamos denominar el otro extremo, hemos seguido los pasos discretos, silentes del anciano cura católico que seguramente se enfundaba un chándal por primera vez en su vida y rompiendo sus esquemas mentales se ponÃa a caminar con tan varipionto grupo. La misma ternura que brotaba del alma al abrazar a la monja ermitaña, nos despertaba al fusionarnos con el último hippie de las Alpujarras. El Plan Superior es de un multicolor insospechado. Toda puja, todo anhelo, iniciativa, movimiento... en favor del progreso de los valores de libertad, justicia, belleza, comunión...; todo lo que promueve el espÃritu de buena voluntad, la presencia de Dios en nuestros corazones; todo lo que alienta el acercamiento de los humanos..., es nuestro anhelo, nuestra esperanza, nuestro intento…, no importa la medida, el alcance, el origen. Todo lo que representa una mejora de las relaciones tanto humanas, como con la Tierra, nuestra Madre, es de Dios y de Su Plan, que no podemos alcanzar a comprender en su infinita expresión. La grandeza de Dios es también la de la diversidad de gentes que, en una u otra media o forma, en uno u otro lugar o aspecto, colaboramos en la construcción de Su Reino sobre la Tierra. Somos los mismos constructores, ya nos ubiquemos en una fachada u en otra, ya añadamos ingredientes de una u otra clase a la masa. El cÃrculo era más ancho de lo que imaginábamos, el abrazo más abarcante, el Plan también más desbordante y a la vez trascendente. Ver a Dios en todo, no sólo en los de mi mismo plumaje, banda, grupo, camiseta, marca.., sino en todo los que albergan un puro y generoso ideal, cualquiera que sea su signo. Ver a Dios también en la sala de espera de esos corazones más duros, que aún no llamaron a ningún altruista ideal para que los habitara. Damos gracias al Cielo por permitirnos participar en iniciativas aparentemente tan diferentes y sin embargo convergentes. El Plan de Dios progresará en la medida que nuestras mentes sean de dÃa en dÃa más dilatadas, inclusivas e integradoras. Ya apuntó el Maestro Tibetano, Dwal Khul, en este mismo sentido con sabidurÃa y precisión: "No traten de vincular a los grupos con el suyo, sino reconozcan a su grupo y a los demás grupos similares, como parte de un movimiento espiritual mundial que, cuando tome impulso, dará por resultado la unidad de todos. Lo que menos deben desear es establecer una superorganización que acentúe la unidad; lo que el mundo necesita hoy es una multiplicidad de organismos vivientes, libremente unidos por la colaboración, la constante comunicación y la posesión de idénticas metas y propósitos." El tiempo se ha detenido frente al mar. Ya no hay diana para acudir a ningún cÃrculo, ni de los que elevan sus plegarias a lo Alto, ni de los que conspiran más a ras de tierra por un mundo nuevo. Unos y otros permanecen sin embargo en el medio de este pequeño corazón, ahora felizmente acariciado por las olas. ¿Quién encenderá la música de esta noche? ¿Qué melodÃa de este u otro mundo sacará nuestro alma a danzar en el instante en que se encienden las estrellas...? Toca ya empezar a recoger la leña. Cuando encendamos el primer fuego, ante la Llama una y otra vez revivida, no olvidemos ese verano en que tanto aprendimos a vivir como hermanos. Arteixo 9 de Septiembre http://www.KoldoAldai.org |
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