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El arte de ceder

Reflexión tras el 27 S  
En el 27 S hemos perdido todos un poco. Nadie, de ningún lado, cante victoria. La derrota generalizada traiga sus lecciones, sus indispensables comprensiones. Traiga sobre todo el anhelo de superar la brecha abierta, de acercarse al otro, de conocerle, de explorar sus circunstancias y aspiraciones. Un país divido no representará nunca una victoria. Una sociedad partida en dos no podrá colmar a quienes aspiran mantenerla mínimamente cohesionada. El clamor independentista debía ser mayor para romper amarras con España, para comenzar a levantar una nueva frontera.

No ha triunfado por lo tanto, al menos holgadamente, la alianza soberanista. La hoja de ruta secesionista, de llevarse adelante, sería forzada y conllevaría un elevado coste social. Pero sobre todo ha sido derrotada la intransigencia centralista. Ha perdido el ordeno y mando de Madrid, la cerrazón de quienes han querido frenar las aspiraciones legítimas, las compartamos o no, de buena parte de un pueblo. El bombardeo mediático hacia los nacionalistas no tiene precedentes. La defensa de la unidad de España no ha dudado en cargar demasiadas veces con el improperio. La utilización de los medios públicos por parte del Gobierno ha sido avasalladora. RTVE, en alianza de todos los medios de la capital de España, ha emprendido una auténtica cruzada contra las aspiraciones nacionalistas, sin reparo en utilizar el discurso del miedo para amedrentar el voto sececionista. Esa intransigencia, lejos de mermar el número de independentistas, los ha multiplicado.

Estamos pues en una situación crítica, complicada que exige una enorme altura de miras y generosidad de las partes, de ambas, particularmente de quienes han estado apalancados en el permanente discurso del "no", sin contemplar concesión, ni flexibilidad alguna. La cuerda de tanto tensarla se rompe y eso es lo que han logrado el inmovilismo. Hemos de aprovechar esta gran crisis para emprender un proceso de auténtica democratización de España, una segunda transición que homologue al Estado con las verdaderas democracias de Europa; de forma que dejemos de ser una democracia tutelada, amarrada por el centralismo y aterrada por los referéndums.

Ni el rompe y rasga soberanista, ni el constitucionalista cristalizado pueden, al día de hoy, lograr significativa mayoría. Quizás al final de todo este proceso tortuoso no había sino un desafío de altrusimo, un reto de ceder en nuestras propias expectativas para poder hallar mutuo encaje, para poder crear un imprescindible espacio común. Quizás nos aguardaba el reto de intentar ver la parte de verdad de la cual el otro también es portador. Habrá que empezar a buscar el camino del medio. Un punto en el que las partes se puedan encontrar. Ese encuentro empieza por el mutuo reconocimiento, por observar una rigurosa bilateralidad y no una ya arcaica superioridad del centro con respecto a la periferia. Habrá que admitir el referéndum legítimo que una y otra vez Madrid ha prohibido. Al repetirse muy probablemente los porcentajes, habrá que reformar la Constitución, conceder una más amplia autonomía, una ampliación de competencias... Habrá que en definitiva caminar hacia un modelo más federal, hacia una casa común, donde las partes se encuentren más cómodas.

La crisis y la tensión generada no sean en balde. Más pronto que tarde, ni "Juntos por el sí", ni "Juntos por el no", sino juntos en la unidad conciliadora de los diferentes, juntos en la unidad enriquecida por lo diverso; juntos unidos por el muto respeto y la libertad; juntos en definitiva superando estos lances, estos procesos que, de seguro, nos han de conducir a una mayor madurez y desarrollo de conciencia grupal.

Arteixo 28 de Septiembre de 2015
http:www.KoldoAldai.org

 
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