Tratamos de ayudar a tejer la Trama, el Plan Divino para esta tierra sagrada. Ensayamos trabajar para el "Me gusta" de Arriba, que puede, no siempre, ser también el de abajo. Sin embargo a veces caen todos los dispositivos de seguridad internos y la palabra indebida alcanza el muro del “face†o se viste de tinta y se instala en el papel del periódico. Una amiga me llama la atención sugiriéndome que las palabras de un artÃculo colgado en la Red pueden sentar mal a determinadas personas. Apeo el trabajo y lo guardo en un rincón del disco duro. No sé si lo maquillaré. A veces es mejor “nuevo documento†que reciclaje… Nos cuesta deshacernos de nuestras palabras. Como si con ellas se fuera algo de nosotros/as mismos/as. ¿Sin embargo cuánto de nosotros mismos no hemos de dejar partir? ¿Cuánto no merece sino el “manzanita/borrar†que lo manda raudo y directo a la papelera? Siquiera quedarnos con una palabra al final de nuestros dÃas, pero que ésa sea de las incuestionables, de las que sirven a lo Alto, de las que “realizanâ€, de las que aprobarÃa un Maestro de la talla de Omraam Mikhaël Aïvanhov... Por si hubiera alguna duda, asà continúa el guÃa espiritual búlgaro desarrollando el contenido de la máxima: “Las palabras vacÃas, huecas, las palabras lanzadas al aire no pueden producir nada. Asà pues, esto nos obliga a entender que el discÃpulo que es consciente y desea actuar sobre toda la creación, ya sea en el mundo visible como en el mundo invisible, a fin de poner en marcha los hombres, los Ãngeles, los Arcángeles , los espÃritus, los elementales..., cuida que su palabra esté llena de inteligencia, de luz, pero también de calor, de amor y de la plenitud del amor. Sólo en este momento se convierte en poderosa…" Pasar por la vida sin herir a nadie, aporrear millones de veces el teclado sin causar incomodo, sembrando sólo luz, amor y belleza… Cada palabra, cada frase exigirá que nos preguntemos a qué y a quién sirve. La palabra nos refleja, nos espeja… Redactamos lo que somos. Cual foto-pantalla, el monitor nos retracta. SÃ, es cierto, la verdad a veces tiene filo y aún sin quererlo, rasga y aún sin buscarlo corta ¿Cómo acompañar entonces esa verdad sin ira, esa denuncia sin ápice de rencor…? He ahà el reto. La palabra nunca artillerÃa, nunca bayoneta, a lo sumo escudo de los desprotegidos, de los que no tienen a mano la palabra… Si no lo logramos, mejor apear las letras, mejor abrazar otro oficio sin tamañas responsabilidades… Hemos de ser dignos de la Palabra, para que ni siquiera sea preciso llamarla, para que no haya que convocarla desde los jardines o las lunas, para que no sean imprescindible las caracolas de los océanos o las orillas de los mares; para que acuda poderosa y pura; para que se acerque sola, radiante, sin titubeos. |
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