A lo largo de la vida habremos de agradecer las ocasiones que se nos brindan para bajar las espadas. La vida debiera de ser en realidad una incesante búsqueda de ocasiones para bajar las espadas, para reencontrarnos con nuestros congéneres, sobre todo con quienes hemos confrontado. Un minuto de silencio es homenaje a lo superior que a todos nos habita, no necesariamente a la personalidad que afloraba. Un minuto de silencio puede ser ocasión para revivirnos en lo interno como almas entrelazadas más allá de los avatares de la vida. Un minuto de silencio es reconocernos en nuestra naturaleza vulnerable, en nuestra condición de impermanencia, de seres evolucionantes con nuestros aciertos y nuestros errores. Todo apunta a que la “alcaldesa de España†cometió serios errores, incluso abusos, pero silencio siempre cuando las alas se despliegan y se abre aquà abajo un breve paréntesis de recogimiento; silencio de respeto, de consideración álmica, de anhelo de que vuele alto, lo más alto que su aleteo le permita. El silencio nos serena, en el silencio nos hermanamos. Reafirmar hermandad no es dejar de perseguir verdad y justicia. Yerran quienes desprecian esas ocasiones de reencontrarnos más allá de siglas, colores y bancadas; más allá de lo efÃmero, transitorio y aparente. Arteixo 23 de Noviembre de 2016 http://www.KoldoAldai.org |
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