Al odio podemos responder con más odio o con compasión. Si respondemos de similar forma, si nos ceñimos sin más a la dinámica de represión tras la acción, perpetuaremos la historia y su aparentemente inacabable escalada de la violencia. Sin embargo aquà y ahora podemos salir de esa historia, de hecho estamos saliendo de ese difÃcil pasado. La reacción positiva, valiente a los recientes atentados, lo demuestran. La respuesta masiva, desprovista de odio, certifica que estamos dando un salto y nos estamos colocando en otro punto de nuestra evolución colectiva. En el terrorista podemos descargar toda nuestra inquina o verdaderamente compadecernos de él. Se manifiesta con valentonado estruendo, pero en realidad es sólo un tremendo ignorante. Es sólo un tÃtere de una oscuridad también envalentonada, pero con sus dÃas contados. Se agota el petróleo fÃsico y figurado que la alimentaba. El extremista desconoce la gravedad que implica atentar contra la vida de sus hermanos. No sabe que la "guerra santa" es contra su propia furia, va por dentro. Él cree que en los cielos le espera la gloria por haber muerto en la Yihad, por haberse llevado por delante a no se sabe cuántos "infieles"... En realidad la ley del karma será con él implacable. Él ha de padecer el dolor y daño que ha querido causar a otros y eso lo será por mucho tiempo, hasta que comience a reparar en la barbaridad que ha cometido. En realidad ése es el ser que más nos necesita, el que más urgido está de nuestra oración, de nuestro sentimiento de compasión. SÃ, oremos por quienes padecen en cualquier rincón de nuestro ancho mundo, oremos por supuesto por ParÃs, pero oremos también por quienes quisieron acabar con su luz, con sus terrazas, con sus restaurantes, con su ocio y libertad a golpe de bomba y metralla; oremos por quienes más lo necesitan, por esos seres cuya alma apenas ha aflorado, cuyo espÃritu carece de la fuerza suficiente para frenarles en su furia descontrolada, en sus actos salvajes. Por el contrario, quienes han padecido los atentados se han aligerado, cada cuál en su particular medida, de la carga kármica que pudieran llevar a sus espaldas. Gozarán, si asà es de ley, de su debido descanso en las moradas de la luz y el amor. Son sus familiares y amigos los que también necesitaran socorro y ayuda, los que urgirán del consuelo de saber que la muerte no existe y que los lazos de amor perduran por la eternidad. Arteixo 17 de Noviembre de 2015 http://www.KoldoAldai.org |
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