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JERSÓN, NUNCA JAMÁS

No quiero mi calor, sin su frío, mi cielo sin su infierno. Tamaña desolación desborda toda nuestra capacidad de comprensión. Deberían ser imágenes en sepia, reportajes rescatados del pozo de una historia indeseable ¿Por qué la historia de confrontación y ensañamiento nos persigue hasta el mismo presente? No doy crédito a esas ruinas... Cuesta darle visos de realidad. ¿Por qué no nos hemos ya acomodado todos en el ancho y confortable salón de un presente ya florecido? ¿Por qué tantos hermanos aún en esa desolada intemperie?

Deambulamos por sus calles desiertas, destrozadas con el peso incontenible de los interrogantes. Bastaría recordar quiénes somos. Bastaría memorizar que vinimos aquí a ensayar un Reino de hermanos.

Caliento mis manos ateridas en una de sus fogatas improvisadas. Quisiera volar y sin embargo permanezco atrapado entre las ruinas de Jersón. Quisiera con toda la fuerza de mi alma ver la humanidad libre de cascotes, escombros y polvo, sobre todo libre de la ruina del odio. ¡Nunca, nunca jamás!

Artaza 29 de Noviembre de 2022

 
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