SÃ, ensayaremos caminar más despacio, con más conciencia, poniendo el alma reverente en cada paso. Sà intentaremos sentirnos en Casa, inundarnos de paz cuando respiremos despacio y profundo.., pero desde esta humilde perspectiva la más grande ofrenda a este gran Ser que viene de abandonar el cuerpo, es la mirada, una mirada nueva a posar en torno a cuanto nos rodea. No somos los mismos desde que nos tropezamos con sus libros desbordados de exigencia y belleza, con su persona que nos presentaba casi muda los más altos desafÃos. Todo, incluso lo más duro y oscuro, se puede observar con una mirada henchida de belleza y generosidad. Todas las personas pueden ser contempladas también desde la mirada abierta, ancha y siempre amable de la compasión, incluso las más brutas y crueles. Thich Nhat Hanh por privarnos de sinsentidos, lo hizo hasta de nuestros enemigos. Sacó de nuestra diana a todos nuestros hermanos. ¿Cuántos hemos sentido esa exigente interpelación del monje casi sin palabras? ¿Cuántos en la tierra ya no podremos nunca jamás volver a mirar como mirábamos antes de conocer a esta Gran Alma? Le colocaremos las más hermosas y perfumadas flores en el altar. Avanzaremos por el mundo con pasos más lentos y atentos, respiraremos de una forma más consciente..., pero personalmente lo que siento que este Gran Maestro pide de muchos de nosotros es algo aún más desafiante. A quienes estamos aún anclados en caducas atalayas, nos pide sostener contra viento y marea, en las más apretadas circunstancias esa mirada altruista. La discreción era inherente a su presencia. En su también reservado adiós nos invita a mantener siempre una contemplación calma, unos ojos generosos. Podamos seguir siempre su callada Senda. Arteixo 22 de Enero de 2022 |
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