Siempre habrá un exparacaidista que sepa aterrizar en revuelto y pantanoso suelo, siempre habrá un Bolsonaro con el que disculpar los graves fallos de una izquierda anclada en la sempiterna confrontación y recelosa de profundo sinceramiento, de regeneradora catarsis interna. La distancia del poder pueda auspiciar no sólo un nuevo impulso de real transformación de la sociedad, sino del imprescindible cuestionamiento en esferas más internas. Con el Partido de los Trabajadores se marcha también un tiempo en que pusimos demasiadas expectativas en los cambios exteriores, con escasa voluntad de transformarnos en lo más Ãntimo. La crisis de este partido grande es la crisis necesaria de nuestras pequeñas individualidades. Invita a la recapitulación imprescindible de quienes hemos militado en la izquierda. Representa un poco la historia de nuestra propia vida, la necesaria frustración que siempre acarrea el colocar las expectativas del cambio en el exterior y no en nuestro interno fuero. La derrota de esta izquierda que se instaló en el poder de forma democrática es nuestra cantada propia derrota, el imprescindible despiste que nos ha de alcanzar al querer construir un mundo nuevo que no pase por el cuestionamiento de nuestros propios comportamientos y actitudes. "Nosotros nacimos para ser diferentes de los otros partidos", decÃa el tornero expresidente, pero sólo se puede ser diferente cuando una ética honesta y consecuente gobierna la psicologÃa de adentro. Esa ética superior sólo la puede garantizar un desarrollo que también vaya por dentro. Si el Partido de los Trabajadores, al igual que buena parte de la clase polÃtica, fue tocada por escándalos de corrupción es porque los principios de impecabilidad no estaban arraigados. Pudieron haber nacido para ser diferentes, pero a la postre no lo demostraron. Se alzan las voces para la necesaria refundación, pero para reconstruir y refundar hacen falta los cimientos firmes de esa nueva ética, de esa nueva conciencia plenamente enraizada en valores que nunca caducan. La ideologÃa no basta, como hemos tenido ocasión de comprender, fácilmente se deja seducir por las tentaciones del Petrobrás de turno. ¿Partido de trabajadores o mayorÃas unidas en torno a metas compartidas? Esta encrucijada sin precedentes, estos momentos históricos en los que la sombra pareciera avanzar de nuevo sobre nuestras sociedades, deberÃan servir para un cuestionamiento más hondo. La pérdida de rumbo redunde en un reencuentro con nosotros mismos y por ende con los demás, un reencuentro basado en principios compartidos que nos unifican, no en ideologÃas que siempre nos han fragmentado y lo seguirán haciendo. Ya no un “partido dos trabalhadoresâ€, ahora ya hora de un movimiento transversal de ciudadanos/as dispuestos evidentemente a trabajar por un mundo más justo, verde y solidario, pero también individuos que acierten a recuperar el poder y la confianza en sà mismos, empoderamiento que sólo vendrá de una necesaria y constante voluntad de mejora y perfeccionamiento internos. |
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