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“Más lejos, siempre más lejos…”

No necesitó sumarse a ningún manifiesto, ni enarbolar ninguna bandera lila. Su feminismo era “avant la lettre”. Él no quería a su mujer, él la veneraba. Aprovechaba la mínima ocasión para colmarla de sinceros elogios, de los más puros halagos. Con su hija cuidó igualmente que tuviera las mismas posibilidades y por supuesto derechos que sus hijos. El tema ni siquiera se mentó. Nadie lo podía poner en cuestión.

Esa veneración caló en ellos. Simone Beauvoir no les confesó nada que no supieran. Nadie les debió enseñar que la mujer es sagrada, que merece el mayor de los respetos, que debían cuidarla, amarla y por supuesto ahorrarse todo comentario vejatorio. Nadie les tuvo que leer la cartilla por whasap. Por eso les sorprende cuando se la leen hoy y enseguida piensan si no deberemos ir más lejos…

Somos uno con vuestro dolor. Hay que cerrar filas contra la violencia de género, ante la cultura y el lenguaje vejatorio, pero una vez cerradas habrá que afinar un lenguaje que nos unifique, que nos hermane, sobre todo que apunte hacia el futuro y no nos haga retroceder en el pasado. Hay que superar ese lenguaje banderizo que aumenta una distancia que no hubo entre nosotros/as. Cuando generalizáis, cuando habláis en conjunto de los hombres a raíz de un despropósito, vuela la ternura de nuestra complicidad, se hace un nudo el poema que hilábamos para vosotras en nuestro interior... Cuando tanto abarca el dedo acusatorio, se frustra la magia que estábamos tratando de iluminar.

De nuestra boca no puede salir el comentario machista, simplemente porque no anida en nuestros corazones. Vamos juntos/as de la mano, vamos a por una nueva cultura de sagrada complementariedad. No olvidemos nuestras más elevadas metas leyéndonos cada dos por tres el “ABC” del respeto debido. Si nos leéis todos los días la cartilla de “Kindergarten”, si nos quedamos en que hemos de callar el comentario soez, no llegaremos nunca a la universidad, a la universalidad del corazón, al mutuo complemento y apoyo al que aspiramos.

Honramos los círculos de mujeres, celebramos ese femenino que surge tan tierno como poderoso. Envidiamos esas faldas de colores, esos cantos cuando hiláis o tejéis, esos bellos altares que estuvieron toda la historia aguardando. Envidiamos esa intimidad que nuestra tosquedad, nuestra mal entendida virilidad, nuestra dureza de ADN… dificultan conseguir. Habéis tomado iniciativa y siempre estaremos aprendiendo de vosotras.

Nosotros también nos reunimos, siquiera sin madeja de lana, si quiera sin agujas en las manos, ni flores en nuestro centro. Nosotros también nos estamos preparando para la nueva era de más elevada comunión. Necesitamos reunirnos en “círculos de hombres”, compartir nuestro déficit, confesar nuestras impotencias, no tanto en la cama como en la honra que os debemos. Necesitamos llegarnos más completos a vosotras, más cargados de ofrendas, más seguros, hermanos.

Pero más allá del círculo de mujeres y hombres separados, hay otro círculo más grande, más inclusivo y si cabe urgente aún que hemos de inaugurar. Es el de los humanos unidos en pos de unas nuevas relaciones, en pos de un nuevo mundo. La urgencia de los desafíos planetarios no admite demora.
Sí, hay que parar las manos a los bárbaros que las siguen levantando, hay que detener su desatino, pero no nos podemos sólo quedar ahí, en esa elemental batalla… Tenemos tanto camino que hacer juntos. Lancemos unidos/as más lejos la mirada. Esbocemos un horizonte más luminoso y a la vez desafiante. Nos espera la Tierra Pura, la Tierra Sagrada, aquella en la que volveremos a ser uno/a en todo su esplendor, aquella en la que volveremos a ser compañeros/as y hermanos/as.

“Más lejos, tenéis que ir más lejos de los árboles caídos que os aprisionan… del mañana que ya se acerca…”, cantaba Lluis Llach inspirado en un Kavafis inmortal. Podemos ir más lejos que la pancarta y la consigna elemental. Podemos superar los bandos, escribir unidos/as una nueva poesía, recrear la eterna magia de nuestra complicidad, engendrar por fin un solo corazón.

Artaza 22 de Enero de 2019
www.koldoaldai.org

 
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