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GRUTA, SOL y DANZA

Apuntes de la Peregrinación a Tierras de Miriam de Magdala / 2-12 de septiembre  
Las profecías están para cumplirse. Las Tres Marías se reencontraron multiplicadas. Salvando los siglos, con más equipaje y menos callos en los pies, el mismo Espíritu que las reunió a ellas a la vera de las redes, en la cabaña de pescadores, nos reunía ahora a nosotros y nosotras en una granja cercana. ¿Qué es el tiempo para el mismo latido y gozo, para el mismo anhelo, para una misma e inquebrantable fe y esperanza?

Ni siquiera accedimos a la aérea y soberana Ermita del Pilón, ni siquiera un guiño al Mare Nostrum desde su privilegiada atalaya. Tampoco un pan con tomate y “sauce mayonnaise†en aquellas suspiradas alturas… Apenas unos minutos cronometrados de Gruta, pero la ternura y la fortaleza de María Magdalena caló dentro de nuestros corazones. Las válvulas se cierran y no regalan aire, las grandes máquinas fallan, las ruedas se quedan colgando de los puentes…, pero la comunión de quienes mantienen la mirada puesta bien alto se fortalece.

Apenas gruta sagrada y sin embargo entramos tanto en la gruta íntima, amable y soleada del hermano y de la hermana. Apenas la fronda donde María Magdalena nutría su herbolario y sin embargo tanto nos caló su espíritu con el macizo de la Sainte Baume siempre presente en la lejanía. Apenas andamos en comunión y sin embargo pareciera que hubiéramos dejado tantas señales amarillas a nuestras espaldas.
Los Caminos de Dios son inescrutables, pero también Dios nos invita a olvidarnos de Sus Sendas y nos pone delante tentadora piscina, sobre todo anfitriones sumamente acogedores, grato prado en el que acampar… Los caminos de Dios son inesperados, por eso conviene igualmente agradecer cuando nos quita el bordón y nos deja confinados. Cada quien saca entonces lo mejor de sí mismo para nutrir al grupo.
La belleza del lugar ayudaba, pero una y otra vez nos preguntábamos qué hacía esa categoría de mujeres, de tanto recorrido vital y espiritual, con nosotros; qué les podríamos aportar, qué podríamos hacer para enriquecer su ya dilatada experiencia humana… El milagro obró. El autobús, que nos quiso dejar en la estancada, nos dio igualmente la oportunidad de fecundarnos mutua e internamente.

El programa saltó por los aires, pero los corazones se apresuraron a darlo todo. La válvula atascada, la avería interminable venían a probarnos de una forma inesperada. Algo ocurre cuando renunciamos a las cumbres, a la atalaya de postal sobre el Mediterráneo y acampamos juntos a la vera de viñedos interminables y formamos un círculo y empezamos a contarnos historias entrañables que tampoco tienen fin. Algo grande ocurre cuando cada quien vuelca lo mejor de sí misma en el Aro Sagrado y después hay pelea para coger las grandes perolas y agarrar primera la escoba y la fregona… Hubo oportunidad de danzar las griegas, las búlgaras y las meditativas, de cantar el entero repertorio de Taizé en latín, de enriquecernos con la palabra en medio de uno y otro chapuzón junto a la piscina. Cuando los momentos de baño, de vez en cuando, sonaba una alarma muy fuerte. Su frecuente estruendo nos recordaba que aún no podíamos nadar a brazada libre, que aún ese Cielo y sus aguas sin cloro eran circunstanciales. Quizás nos sugería que aún estábamos de paso por la gloria, que aún Gaza y Ucrania, que aún humanidad sufriente…

Qué decir de la estancia finalmente de tres noches en “Siete Aguilesâ€, qué decir de cuando el ejemplo supremo de entrega, de pureza de intención, de belleza y atino…, cala hondo en tantos corazones. Para remate de los contratiempos, huelga combativa en Francia. “Llegaremos sobre las tres de la madrugada…†les comunicábamos por móvil. “Llegad a la hora que queráis. Aquí os estaremos esperando todo nuestro grupo con los brazos abiertos…â€, nos respondían. La fraternidad también se gesta de noche con la escasa luz de faros y linternas, cuando hay que vaciar autobuses inoperativos y llenar en medio de la oscuridad otro nuevo con todas las cajas de comida, los trastos de cocina y maletas.

Los Caminos de Dios son definitivamente inescrutables. ¿Quién sabe si los y las embajadoras del fraterno y crístico amor no encendieron en realidad su fuego, no impusieron sus manos sanadoras cerca de donde nos vimos de alguna forma confinados? Nunca olvidaremos cuando a las tres de la mañana corríamos a saltar sobre el hermano argelino, a abrazar fuerte a quien con su “gato†hidraúlico fue capaz solo de sacar nuestro autobús atascado. Había quedado atascado en un pequeño puente con la rueda al aire. No olvidaremos los abismos que sorteó nuestro hábil conductor, sobre todo el milagro de la profunda y fraterna comunión que logramos gestar, aún con todas las dificultades que no nos abandonaron hasta el mismo final.



Pese a todos los numerosos imponderables, nunca nos sentimos dejados de la mano de Dios. A cada instante gracias, a cada instante los ojos se siguen nublando de prolongada emoción, porque tantos milagros no acostumbran reunirse en tanto poco tiempo, en tan estrecho y limitado lugar.
Se acaba un verano que quisimos colmar quizás en exceso. Pensábamos que había que limitar las oraciones petitorias, que ya habíamos cursado demasiadas instancias en dirección a los Cielos, que ya no procedía seguir reclamando superior apoyo… y sin embargo no damos crédito a tanta asistencia hasta el último momento. Hagamos descender la Gruta, sus flores, sobre todo su éxtasis místico al valle ya de secano, ya de viñedos en fruto. La Vida nos otorgue la oportunidad de seguir unidos construyendo aquel mundo nuevo, aquel Reino de Dios sobre la Tierra.

* Tenéis colección de imágenes en: https://aroa.eus/peregrinea/inicio/

Artaza 13 de septiembre de 2025
www.aroa.eus

 
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