Dicen que cede el bipartidismo. Las nuevas formaciones que se estrenarán en el hemiciclo, dejen las armas fuera, los elementos arrojadizos. Los nuevos dirigentes que ya están llamando a la puerta del Congreso puedan estar a la altura de este momento difícil, pero a la vez crucial, esperanzado. La clase política necesita una profunda catarsis, urge del abandono del gastado paradigma de la confrontación. No basta quitarse la corbata, soltar el botón de la camisa y calzar vaqueros. Se buscan políticos generosos, con visión integradora, con fuerza de razón para estos grandes momentos. Donde había batalla se abra el diálogo, el consenso, irrumpa el acuerdo. El mayor colorido y diversidad que ya se anuncian, nos traiga su recompensa, su esperada lección en forma de inclusividad, de integración. Volveremos a apagar el televisor, si no manifiestan mínimos de concordia. No nos interesan esos soporíferos debates que no buscan la visión objetiva, el argumento ecuánime, el diagnóstico certero. Mientras que no haya ademán de superar esa hastiante contienda, no nos convoquen al estado de ninguna nación. Cada día nos interesan menos los partidos que mayormente pelean y más la gente que piensa en positivo y que construye, que se organiza de forma autónoma e independiente. Nos sentimos lejos de ese hemiciclo-trinchera, de esa jaula con exceso de grillerío y sin embargo cerca de esa ciudadanía que sí se manifiesta unida en pos de principios universales y apuestas colectivas. Nos motiva más esa ciudadanía vinculada en red, cada día más consciente y por lo tanto protagonista, que cree en otro futuro, en otro mundo posible, que ofrece alternativas. Confiamos definitivamente en esa creciente porción de humanidad sensible a la Tierra y a la solidaridad, que no falta, ni abronca, que se entrega de corazón, que silente y sonriente progresa, que, colmada de fe y preñada de aurora, pacíficamente avanza. Artaza 25 de Febrero |
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