Por eso hay que acampar en Sol, en la luna, en las nubes, en el asfalto…, para que los mismos y superiores ideales progresen, ya desnudos de ideologÃa. Nos equivocamos, no sabÃamos que nuestras más preciadas palabras se podÃan marchitar hasta tal punto, que en su nombre se perpetrarÃan abusos detestables. Socialismo era compartir, cooperar, era una ética intachable… Socialismo era en realidad sólo una excusa para comenzar a entregarnos a algo más ancho que nosotros mismos. Vinieron “tiranos†y “timoneles†que en Rusia, China… ultrajaron esa sentida palabra, vinieron otros que hoy, ya en las costas del Caribe, ya las suites de Nueva York, la siguen malinterpretando… En medio de aquella inocencia, no imaginábamos que un alto dirigente “socialista†podrÃa perseguir desnudo a la camarera de uno de los hoteles más lujosos de Manhattan… Asà aprendimos que, hasta su floración, los ideales se guardan mejor en el interior, sin nombre, ni marca, en toda su fuerza original, en toda su transparencia. Asà aprendimos que si se llevaron nuestras palabras, nos queda la guitarra, el saco de dormir, la tienda “Quechuaâ€â€¦ Si se llevaron las palabras, en realidad sólo se quedaron con el continente, no con el contenido. Su esencia puede alcanzar la tierra entera, su espÃritu pasearse por los “Tahir†de todas las geografÃas. Si se llevaron las palabras, los sueños se pueden sembrar en el asfalto, en el corazón de la ciudadanÃa, en el corazón de las ciudades. Si se llevaron las palabras, sólo con su eco podemos reconstruir otro mundo. El socialismo de entonces se cobija bajo las anchas lonas de hoy, rejuvenece en el centro de nuestras urbes, al calor de una juventud que hace gala de audacia y visión. No en vano la “spanish revolution†acampó en el “kilómetro 0â€, invitando a empezar de nuevo, sabedores de las grandes flaquezas de las revoluciones de ayer. DesconocÃamos el punto de partida, ignorábamos que las transformaciones interiores, la toma de los mansiones de dentro, anteceden a la irrupción en los Palacios de fuera, so pena de fracaso. Mira por dónde, el supremo ejemplo, la Puerta era el Sol, el astro que todo lo da y nada guarda para sÃ, que calienta y vivifica sin mirar a quién, la excelsa manifestación del amor y de la luz. Los “indignados†lo están haciendo con acierto. Exhiben orden, inteligencia, eficacia, respeto…, por supuesto valentÃa. Toda la creatividad manifestada en la comunicación dan prueba de hartazgo, pero sobre todo de voluntad por reconstruir. Tuvo que alcanzarnos el 15M para tomar nota de que el destino estaba en nuestras manos. Tuvo que llegar Facebook, Twiter… para tomar conciencia de que el futuro siempre fue nuestro. Acampemos sin rabia, sin ira, sin odio…, con cartabón y lápices de colores, con alternativas, con proyectos…, conscientes de la fuerza de las voluntades y los corazones y unidos, conscientes del poder enorme que proporciona la Red para gestar amplias alianzas, para extender la asonada. Acampemos no tanto con la idea de tumbar y destruir, sino de esbozar y apuntalar la otra realidad posible. Acampemos sin tutelas interesadas, sabedores del empuje de unos objetivos y valores a los que les ha llegado su hora, conocedores de las posibilidades de las nuevas tecnologÃas para conformar nuevos, autónomos, emancipadores movimientos sociales. Acampemos, que no nos quiten los ideales, que se vistan cuando salen del baño, que no gasten suites de a 2000, que lean a Máximo Gorky, que no conduzcan Porches, mientras alguien pasa hambre… Carguemos la mochila, acampemos, pero no indignados, entusiasmados porque los ideales de solidaridad, de fraternidad humana nunca murieron, no pueden morir. |
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