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En Zumaia, instalado en la paz cara e inmensa de un monasterio lamido por el Cantábrico, tras la cita de Estella -www.foroespiritual.org , en vísperas de salir al encuentro con las 13 abuelas indígenas - www.arboledadegaia.es , antes de ponernos a corretear por las ecoaldeas - www.portaldorado.com , de sumarnos al Encuentro del Agua - www.lawebdelagua.com , a la Caravana de la Sanación - www.sintergeticanet.com y al Acto “Contigo somos más paz” - www.fundacionananta.org , culmino estas líneas.

El verano que nos aguarda es vivo ejemplo de la Gran Comunión en marcha. Diferentes grupos, movimientos y redes en colaboración y compartir, testimoniando ya fraterna unión en la diversidad. Sobre esta Gran Alianza que ya se ha puesto a caminar, versa el siguiente artículo. Representa el último capítulo que me restaba del libro que Editorial Nous ( www.editorialnous.com ) publica en breve y que se titula precisamente “La Gran Comunión”.

En la obra abundo en la necesidad de atender al Plan de afuera y adentro, a la Gran Trama que nos invita a buscarnos los unos a los otros y así establecer vínculos cada vez más sólidos, redes cada vez más amplias y así juntos progresar en la construcción del nuevo Cielo, de la nueva Tierra. Son 16 capítulos como éste sólo para bendecir y glorificar la unión emergente, unión anunciada y auspiciada por el Cielo; 16 capítulos hilvanados con amor, para certificar que juntos, con la ayuda superior, podemos iluminar la Tierra entera.

Sobran las señales. Existe gran coincidencia en lo que respecta a lo decisivo de los momentos que ahora vivimos. Resta por ver si esa trascendencia se juega en la geografía de afuera o de adentro. Dicen que vienen grandes olas. Poco importa calibrar la fuerza con la que arremeterán, lo que importa es ser dignos de la nueva y ancha playa que tras ellas se creará, del nuevo sol que nos alumbrará. Dicen que arreciarán virulentos vientos. Poco importa la potencia con la que arrollarán, lo que importa es el pilar de fortaleza y fe que podemos aquí y ahora cada uno, con la ayuda del Cielo, ya manifestar. Poco importan los meses y los años que restan a lo que ha de desaparecer, lo que importa es ameritar participación en lo que ha de emerger.

Los calendarios, los de antes más romanos y los de ahora más galácticos, podrían perder su cuenta sin mayor trascendencia. Poco importa el baile de fechas de lo que ha de venir. La ceremonia de la confusión y especulación agorera vive su esplendor. Miramos los calendarios de las paredes ya con números romanos, ya con glifos “nueva era” y sin embargo obviamos auscultar el verdadero calendario de nuestras paredes de adentro.

Poco adelantamos con saber la hora de la transformación o iniciación planetaria, mientras que aún no pongamos hora para nuestra iniciación particular, mientras que posterguemos, una y otra vez, nuestros desafíos de adentro. Prima afrontar nuestro propio 2012, preparar nuestra propia transición a un estado de conciencia más elevado. El Cielo, la Jerarquía observa con reservas la especulación sobre un mañana que en realidad puede ser ahora. El presente invita a reparar en la posibilidad de ser algo más que humanos. El ahora anima al salto del “4” al “5” (1 Reino mineral, 2 Reino Vegetal, 3 Reino Animal…), del hombre al ángel, del que sólo recibe, al que comienza a pensar en clave de dar.

Prima ensayarnos cada vez más decididamente en el servicio y el amor incondicional. No hay otro pase hacia lo nuevo. De poco sirve poner todos nuestros ojos en las cuentas calendáricas de afuera, si las cuentas de adentro, que desembocan en nuestra iniciación en la entrega y el dar, no observan progreso. Puede correr la aguja de afuera, pero si la de adentro está detenida, no hay evolución. El Cielo observa nuestro reloj interno, pues el reloj grande y cósmico de afuera ya lo pusieron en marcha. Sólo en nosotros el cometido de ajuste de uno y otro. ¿Qué importa el tránsito, desde Arriba ya programado, para antes o después del 2012, cuando podemos situar aquí mismo y ahora nuestro propia y definitiva hora, adoptar determinación de servir a la Creación, de egresar en la Fraternidad de la entrega amorosa y genuina?

No hay otro despertar que volcarnos al dar. Porque durante existencias hemos estado recibiendo, ahora se nos pide transitar a las esferas superiores, acercarnos a los que sólo sirven. No hay otro desarrollo. Ya podemos quemar todos los inciensos, ya puede estar el “Om” el día entero clavado a nuestros labios, ya podemos afirmar haber encendido todos nuestros chakras… Los colores que rodean nuestro cuerpo nos delatan. Arriba sólo desean saber si estamos en condiciones de elevar nuestra vibración, de sentir el alma grupal, de latir en clave colectiva, de transformar nuestros días en un constante dar. Se nos pide afrontar nuestra existencia en clave de entrega y compromiso con el prójimo y así unirnos a los mundos superiores, a los reinos que trabajan por y para el progreso de la Creación, por y para la evolución de los reinos que nos anteceden.

La humanidad ha repetido una y otra vez el mismo error de adaptar las creencias más sagradas a los intereses personales. Los credos bailan a menudo al ritmo del beneficio particular, prescindiendo incluso de su alineación con los valores universales. La nueva conciencia, no está exenta de este error ancestral.

La filosofía basada en la necesidad de amarnos y cuidarnos a nosotros mismos, tan propia de determinados círculos “new age”, en muchos casos, ha sido claramente perniciosa. Hemos marcado honda frontera, cuando no abismo, a la vera de nosotros mismos y adornado nuestra opción individualista con el discurso más “in”, más supuestamente de progreso. Así es como el pilar de la filosofía individualista del sistema y del paradigma actual basado en el recibir, instaurado en el interés propio, en aras del ajeno se perpetua entre nosotros, ahora sí, con todas las bendiciones de una suerte de pretendida espiritualidad muy en boga.

El presente y el pasado, la nueva era y la vieja, el ángel y el humano, el “5” y el “4” sólo están separados por la divisoria del dar. ¿En qué lado de esa única frontera nos queremos situar? ¿Queremos seguir en el pasado, queremos que el mundo siga dando vueltas alrededor nuestro, o dar nosotros vueltas con el mundo y el universo en constante evolución? ¿Estamos dispuestos a entregarnos y contribuir al progreso colectivo, a que cada vez más hombres y mujeres alcancen mayor conciencia y felicidad, o nos queremos limitar a nuestra propia y exclusiva realización?

No hay escándalo por la absoluta tergiversación en círculos “nueva conciencia” de los valores y leyes superiores. Desconocimiento o interés, el caso es que cunde la desorientación en torno a cuestiones fundamentales. El desconocimiento de estas pautas superiores y eternas permite el progreso de la decadencia, del pensamiento flojo y egoísta, la perpetuación del engaño. Cunde la confusión en dominios como el sexo, la economía, la democratización del lenguaje, del conocimiento… Pocas veces se pregona el compromiso de entrega y de donación en todos estos ámbitos.

Pongo en cuestión a continuación arraigados presupuestos del pensamiento “nueva era” que, en mi humilde opinión, no se avienen con nuestra vocación última de dar y que en esa medida no facilitan la red, la comunión.

Aro sagrado de la pareja

La pareja representa la primera red, el primer aro del amor y el compromiso. Si ésta se quiebra, la sociedad se desmembra. La pareja fertilizada por el amor fertiliza el mundo. Sobre la unidad familiar se construyen las otras unidades. La familia es el primer ámbito de fraternidad, de compromiso y entrega, a partir del cual, la sociedad se construye y articula.

La fidelidad no es valor en boga, sin embargo es un valor superior y eterno que sienta bases del orden, la armonía y la felicidad. El compromiso para con la pareja implica forjar voluntades. Vencer al deseo inferior tampoco va de moda.

En el ámbito de la sexualidad prima también el dar sobre el tomar. Aquí dar significa contemplar la belleza que se manifiesta a nuestro alrededor para exaltarla, para sublimarla…, no para aprovecharnos personalmente de ella. Aquí dar significa ayudar a ascender y progresar, respetar, enaltecer, bendecir el misterio sagrado de los cuerpos y las almas que Dios hace manifiestos en nuestro camino, sin ánimo de apropiación.

Sin embargo se generaliza el pensamiento en clave de tomar, de “servirnos de” y no de “servir a”. Si no hay amor y entrega, no hay compromiso, si no hay compromiso, no hay fidelidad, si la pareja no perdura, se desarticula la sociedad… Es preciso salvaguardar la primera red natural, que representa la pareja y a partir de la cual se articulan otras redes orgánicas.

Cierta y extendida filosofía “nueva era” ha saltado las pautas sociales del compromiso arraigado en la sociedad tradicional y retrocedido al “todo vale” para simplemente poder nutrir al ego. Se rompen los frenos tradicionales con la excusa de que coartaban una necesaria liberación.

Siempre está la opción de sacralizar lo que interesa en exclusiva a nuestro ego y así evitar eventuales problemas de conciencia. Podremos enfangarnos, pensar sólo en recibir, en la satisfacción de nuestros apetitos inferiores, que no pasa nada, pues estamos practicando “tantra” o “sexo sagrado”... Tras estas socorridas palabras podemos esconder deseos y apetitos que tan sólo buscan recibir y saciar unos cuerpos siempre hambrientos.

Economía

Igualmente tras el dislate de la palabra “abundancia” podemos esconder todos nuestros más bajos instintos de enriquecimiento a costa del prójimo. Sólo hay una economía superior, solidaria en este y en el más remoto planeta del universo, aquella que piensa primero en clave de dar, de entregar, de satisfacer las necesidades de todos… De nuevo en este ámbito nos esforzamos en crear una filosofía adornada de las mejores palabras, para sustentar unos relaciones basadas en el recibir, en el beneficio propio. Crear un círculo, “una burbuja”, una red… para el incremento de una cuenta bancaria particular, puede ser muy legítimo siempre que comencemos a llamar las cosas por su nombre: lucro personal. Las relaciones de confianza tejidas a partir de un mismo palpitar emancipador y liberador, no se pueden devaluar

 
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