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Galácticos

Los cielos abiertos ya nos fascinan en las noches de un verano inaugurado antes de su hora. Pesan ya sobre nuestras cabezas las magnitudes inconmensurables, las galaxias infinitas que habremos de descubrir en la medida que Dios nos de más ojos y más vidas. La galaxia es un sistema masivo de estrellas. Se estima que existen más de cien mil millones de galaxias en el universo observable.
Interrogan en lo más profundo las galaxias de sistemas y planetas desconocidos. Pero la lente en el laboratorio nos interroga también sobre las galaxias diminutas, de minúscula proporción. “Como es arriba es abajo” y el axioma nos inicia en un recorrido a la inversa de también desatada fascinación. Grandes y pequeños universos nos revelan la broma del Creador y sus saltos de una a otra dimensión, imprimiendo siempre, en lo inmenso y en lo mínimo, asombro y maravilla. La galaxia de las flores que perfuman los campos de estos días cuando el viento las penetra, no es menos mágica que la galaxia celeste cuyo misterio y exhalación aún nos son vedados.

Cada quien elige sus galaxias, las estrellas que desea hacer brillar en su propio firmamento. Los luceros que deseo palpiten en nuestra galaxia humana son aquellos que todo lo dan, sin esperar nada a cambio, soles vivientes que sólo piensan en iluminar, en calentar, en dar vida, sin necesitar jamás compensación alguna.

Deseamos tachonen nuestros cielos quienes se despiertan cada mañana con la única preocupación de ser útiles al prójimo, quienes se olvidan de sí en un empeño de constante entrega a la comunidad. Las estrellas que brillan en nuestros cielos, son las de los/as servidores/as genuinos/as en cualquier ámbito y geografía, servidores humildes y silentes, siempre henchidos de gozo.

Pero hay otras galaxias, a ras de impoluto césped, que interrogan no la curiosidad, sino la moralidad. El guiño del presidente del Real Madrid a Cristiano Ronaldo ha desatado la alarma en todas las galaxias. Dicen que los galácticos del fútbol nos hacen soñar, pero tristes sueños los que se quedan a la altura del talón del futbolista portugués. Nuestras galaxias pueden despegar desde la hierba de un campo de fútbol. El problema no es el jugador de Madeira y su pie de oro, tampoco Don Florentino y su bolsillo agujereado, el problema es de cuantos sostienen esas obscenas galaxias, el problema son los universos limitados al diámetro de un balón mareado.

Dicen que los galácticos nos hacen soñar, pero a nosotros me quita el sueño sólo pensar los estómagos que se llenarían, las enfermedades que se exterminarían, las sonrisas que se encenderían… con sus sueldos inmorales. Los cálculos numéricos son tentadores. No aburriré al lector, sólo un dato: con lo que Ronaldo ganará en un minuto, uno de entre los 15 millones de niños que mueren cada año podría comer durante 10 días.

Más allá de la emoción de los goles, soñemos con valores y con quienes los/as encarnan. La destreza del pie por sí sola no alcanza. La habilidad con el juego no conquista firmamentos. Es el arrojo del alma lo que da brillo en la inmensa noche de nuestros días. Uno de galácticos que centellea en mi firmamento es el Padre Ángel Olarán ( www.angelolaran.org ). Hace ya muchos años que el misionero guipuzcoano unió su suerte a las de los últimos de la tierra, a los últimos de Etiopía. Este astro y su equipo nutren desde la misión de Saint Mary, la galaxia de Wukro. En esta ciudad del Norte de Etiopía, a lo largo de los últimos meses, los cielos regatearon agua y los estómagos se encogieron. La tierra seca no se ha prodigado en grano.

¿Qué no haría este padre blanco con los 93 millones de euros que ha costado traer al Bernabeu a Ronaldo? En un reciente e interpelante e-mail escribe el Ángel de Wukro: “…Necesitamos 10.000 quintales de trigo, de la especie ‘pavón’, que es más resistente a la sequía... Cada quintal de trigo, transporte incluido, cuesta unos 800 birs (84 euros). La situación es urgente. Las lluvias deben de comenzar hacia el 26 de Junio y la siembra no puede retrasarse debido a que en dos meses dejará de llover…”

La ciencia nos habla de galaxias unidas y solidarias unas con las otras, en el marco de un universo en constante crecimiento. Aquí en la tierra, galaxias más cercanas de polvo y hambre, de paja y barro reclaman nuestro socorro. Destreza de piernas o alarde de almas, cada quien elige sus estrellas y galaxias. Llovamos sobre los campos de Wukro, colmemos los estómagos vacíos. Apostemos por el misionero galáctico y su galaxia urgida. Nuestros euros de aquí son grano allí. *

 
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