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Prendados de la humanidad

Acariciamos su piel de tantos vientos y soles. Nos bañamos en sus pupilas de tantos horizontes. Remontamos sus árboles de innumerables frutos. Corremos con sus hijos en las playas de sus bravos mares. Danzamos al sol cuando se acuesta, cantamos una canción nueva cuando amanece... Estamos enamorados de la humanidad. No la humanidad de una nación, de una religión, de una cultura, de una clase social concreta…, sino de la humanidad en toda su más ancha expresión, la humanidad de todas las condiciones, de todos los ojos, cabellos y colores. Estamos por supuesto enamorados de la humanidad que empuja, que alienta el progreso hacia sus superiores metas al conjunto, pero ¿por qué no?, también de esa otra humanidad lastre, aferrada al pasado y los valores que la han significado de división y recelo. No haremos muro delante de esa otra humanidad que también somos.

Estamos enamorados de todas las humanidades, nos reconocemos en todas ellas. Nos reconocemos por supuesto en la humanidad abierta, generosa, solidaria, progresista…; pero también nos visualizamos en esa humanidad más volcada en sí, más de puertas cerradas, que mira por sus intereses personales. Nos reconocemos por lo tanto en la humanidad que empieza a pensar, sentir y aflorar cada vez más como alma; nos reconocemos también en esa humanidad que sigue manifestando mayormente como personalidad individualista.

Estamos prendados de la humanidad, sobre todo de la que sufre, la que huye de la guerra, la que busca el pan bajo las piedras, la que padece dolor, enfermedad, persecución, hambre, injusticia, desaliento... Nos interesa el devenir humano. Nos reconocemos en sus cerradas curvas, en sus pasajes más convulsos, más controvertidos; pero sobre todo nos reconocemos en cada ser de cualquier latitud y geografía que suma por un tiempo mejor, más luminoso, más solidario y fraterno. Nos reconocemos en cada uno de sus gestos que augura esperanza, en cada uno de sus, pulsos y esfuerzos que lleva escrito algo del superior destino humano.

Estamos enamorados de la aventura humana, de su periplo vital a lo largo del cual por fin comienza a amanecer. Estamos enamorados de la humanidad, porque nos aplicamos en el mismo aula por nombre Tierra, porque juntos hemos querido opositar innumerables veces con similares cuerpos o instrumentos. Nos ilumina un mismo astro, nos bañamos en un mismo océano de vida, respiramos el mismo oxígeno y corre por nuestras venas una misma sangre... Estamos enamorados de la humanidad, porque está constituida por almas que decidimos salir juntas a la arena de la existencia física, porque igualmente juntas hicimos la apuesta de intentar evolucionar en este marco privilegiado.

Todas las noches soplamos la vela de su cabecera, nos acostamos a su vera, amanecemos con ella... Estamos enamorados de la humanidad. Su despertar nos inunda de gozo. Ya no será en un punto geográfico determinado, en el seno de un grupo o fraternidad escogida …; el clarear de la historia es ya generalizado y nada lo puede parar. Nada puede frenar el progreso humano hacia superiores cotas de unión y fraternidad. Es una Voluntad que escapa a la nuestra y nosotros tratamos de sumar a esa bendita Voluntad.

 
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