La sangre se puede helar ante la pantalla cuando uno menos lo espera. Ni siquiera nos apresuramos en buscar las noticias a la mañana. Nadie creyó que podÃamos leer tan duro titular. Sólo era cuestión de con qué porcentaje iba a ganar la paz. Hay dÃas en que mejor no teclear las letras de ningún periódico. Las fuerzas de la involución han logrado una pÃrrica, pero determinante victoria en el paÃs hermano. Escuché a Juan Manuel Santos en su discurso de la firma del acuerdo en Cartagena de Indias a no sé que horas de la madrugada. Su profunda y sentida emoción por el logro de la paz tras largo esfuerzo colectivo, me ganó. No leyó una letra, un brillante discurso salió de su corazón noble. Sus lágrimas incontenidas por la paz amanecida, tras más 50 años de terrible violencia, eran de las de verdad. Nadie puede frenar el alba, menos un expresidente con elevado coeficiente de rencor en sangre. Quien ha vivido la paz por unas horas, tiene fuerza, tiene coraje para trabajar por ella el resto de sus dÃas. Desear que si quiera tartamudeen las armas que ya habÃan callado es de una terrible responsabilidad. Uribe no debiera bajo ningún concepto abanderar la vuelta a la batalla de selva, poner de nuevo un paÃs en tensión, resucitar el odio, la confrontación y la violencia. El expresidente no debiera de ninguna forma llevar a todo un paÃs a un callejón sin salida. La historia acabará apartando las barricadas que ahora de repente coloca, a modo de incomprensible prueba, en el camino hacia la paz. Estamos con las fuerzas que con inquebrantable fe la siguen abanderando. Estamos con los estudiantes abrazados, desolados, con el pueblo colombiano que tantas veces tomó las alamedas y calles de valiente blanco. La historia reconozca su inmenso y loable esfuerzo. El rencor en las entrañas no retrase más la hora de Colombia. La iniciativa vuelve a los extremos tras haber estado tiempo en un centro que supo gestionarla de forma ejemplar. Ahora nuestra esperanza se centra en que Uribe respete, en la mayor medida posible, los acuerdos y Timochenco cumpla igualmente con su declaración de que sólo conciben “la palabra como única arma de construir el futuroâ€. Juan Manuel Santos, su eficaz y leal jefe negociador Humberto de la Calle, las gentes de sus equipos, pasarán a la historia como verdaderos artesanos de la paz de nuestros dÃas, por más revés que el pasado domingo hayan sufrido en el plebiscito. Galopan las fuerzas que se cierran, que se atrincheran, que batallan…, por eso las manos a la cabeza cuando el Brexit triunfó, por eso la gran sorpresa en este lunes negro, pero ninguna derrota en urnas de aquà o allÃ, nos hará perder la fe en una humanidad que lenta pero inexorablemente camina hacia un futuro de paz, justicia y hermandad. A la paz se la puede entretener, pero no detener. Ella puede ser despistada, impuntual, por momentos olvidadiza, pero llegará porque la llevamos esperando millones de corazones. En millones de esquinas miramos al pausado reloj y ella es fiel. Coqueta como ninguna, se hace rogar más de lo debido, pero jamás engaña a sus infinitos amantes. ¡Hoy más que nunca con la hermana Colombia, con los trabajadores de la luz y de la paz! Arteixo 3 de Octubre de 2016 |
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