No podemos alentar separatismos de ningún signo, pero tampoco cargar un dÃa sà y al otro también contra los dirigentes nacionalistas. Es imperativo preguntarnos qué es lo que conduce a más de la mitad de una población a adoptar esa drástica decisión de nuevo Estado separado. Me preocupa la nula voluntad de acondicionar la casa mayor para que uno de los hijos se sienta a gusto y no parta, Me preocupa que hoy también Margallo hable de cambiar una coma la Constitución y toda la caverna inmovilista se le eche encima. Me preocupa la sacralización de unas leyes que tienen ya treinta y siete años y que urge modificar. Me preocupa la falta de sensibilidad, el desafecto, el alejamiento, la muralla, la frontera, la sordera…, principalmente de quienes sólo respondieron con un "no" cada vez que diplomática y constitucionalmente se llamaba a la puerta y ahora ponen el grito en el cielo, porque el agraviado decide buscarse la vida. Me preocupan los amigos que toman posición y también disparan y en vez de disparar no se interrogan por qué se parapetaron en una de las barricadas. Me preocupa que se clame "Juntos mejor", pero no se dé siquiera al otro opción a decidir si quiere ir contigo. Me preocupa la libertad supeditada, condicionada, mermada... Me preocupa el terror a la democracia y los referéndums, que se hable de lealtades, cuando la primera lealtad ha de ser a la ley suprema de soberanÃa de cada persona o colectivo para decidir su futuro. Los caminos de Dios son inescrutables. España quizás se tenÃa que quebrar para volverse a amalgamar como es debido, es decir no desde la imposición, sino desde la incuestionable voluntad de las partes. Hay que evitar el componente de tragedia en un proceso que parece ya inevitable. No soy independentista, quiero a Catalunya vinculada a España y a sus pueblos, pero mucho me temo que la España conservadora y altanera ha de aprender, con sus inevitables dosis de trauma, el grave error de no conceder la plena libertad a sus hijos ya maduros. Que el pesar de la separación que se avecina, traiga su debida recompensa en forma de mayor lucidez, conciencia y a la postre de sincera, deseada y ya por fin firme unión. No doblan las campanas ante la cercana declaración de la independencia, doblarán cuando los humanos hayamos abrazado el alto ideal de fraternidad, cuando hayamos establecido también a nivel polÃtico las estructuras confederadas del futuro, fiel reflejo y plasmación en la materia de elevados postulados solidarios; mientras tanto aguardaremos a que bajen las espadas, a qué la tensión generada nos conduzca más pronto que tarde a la debida actitud de intentar comprender al otro y las razones de su mochila al hombro. Arteixo 10 de Septiembre de 2015 http://www.KoldoAldai.org |
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