Hacia falta un catalizador de esperanzas, tras la agonÃa de ocho años con Bush. Las fuerzas de progreso, no sólo de Norteamérica, sino del planeta entero, tienen centrada la mirada en este hombre de pequeña estatura y ancha sonrisa, que ha logrado rescatar la confianza y la fe en la polÃtica. No es una peligrosa aventura, una revolución al uso histórico, es el máximo cambio posible. Tras larga noche de desatinos presidenciales y sus consiguientes frustraciones colectivas, se consolidan las posibilidades de un relevo ilusionante. El avance sustancial que propone este joven polÃtico no tiene precedentes. A estas alturas de la fascinante carrera por la candidatura demócrata a las presidenciales norteamericanas, cada vez más analistas de progreso observan que Barack Obama inaugura definitivamente una nueva forma de hacer polÃtica más abierta, amable e incluyente. "DecÃan que el dÃa de hoy nunca llegarÃa, que este paÃs estaba demasiado dividido, demasiado desilusionado para unirse en torno a un propósito común, pero esta noche (...) estamos escogiendo la unidad sobre la división y enviando un poderoso mensaje de que el cambio está llegando a Estados Unidosâ€, declara Obama con ese discurso fresco y arrollador, que sus adversarios republicanos se apresuran a tachar de ingenuo y trivial, pero que sin embargo encarna la sed de hondo y real cambio de buena parte de la ciudadanÃa norteamericana. A esos mismos adversarios emplaza para superar toda una tradición de división partidaria, afinar compromisos y asà poder atender juntos problemas aparentemente insuperables. Buscar la “nueva mayorÃa nacional†es también una actitud de progreso, habida cuenta de que los titánicos retos que hoy los pueblos encaran, sólo es posible superarlos fomentando las más amplias alianzas, con ese tipo de grandes acuerdos solidarios que desbordan los lÃmites de clase, color, credo, ideologÃa... Avanzar en la conquista del máximo bien posible para el mayor número de personas, con el mayor respaldo, consolidar la lógica de la conciliación y el pacto, establecer lÃneas de cooperación entre diferentes…, son pasos previos para una convivencia más armoniosa, para el ulterior establecimiento de relaciones cada vez más fraternas. Los cambios son graduales y Obama representa el más ambicioso que es capaz de asimilar la población norteamericana, la apuesta más valiente de su desarrollo colectivo. El candidato demócrata personifica una viva invitación a recuperar el alma grupal, alma grupal patriótica, nacionalista norteamericana, pero alma tras objetivos de claro progreso y destinada también a expandirse más allá de sus fronteras. No es aún una conciencia declaradamente alternativa, firmemente solidaria, pero la constante llamada de Obama a la suma de fuerzas para atender los desafÃos fundamentales, transmite una fuerte convicción en valores superiores. El espÃritu de unidad nacional que ahora inyecta a la sociedad americana puede, una vez presidente, contagiarse a nivel más amplio y alimentar una mayor conciencia global. No es que con Obama la mayorÃa de los norteamericanos vayan a adoptar, de un dÃa para otro, una conciencia planetaria, pero, por de pronto, se apuntarÃan maneras. Con el actual senador de Illinois en la Casa Blanca, Guantánamo pasarÃa a ser un triste recuerdo, el Tribunal de la Haya serÃa reconocido por la primera potencia mundial y las energÃas renovables empezarÃan a utilizarse en el paÃs a gran escala, con lo que ello supondrÃa de aliento para la lucha global contra el cambio climático. Si Barack Obama ganara la nominación y después la presidencia, las tropas norteamericanas comenzarÃan a salir de Irak y su ingente presupuesto militar serÃa invertido en mejoras para las clases más desfavorecidas. En pleno fervor en contra de Sadam Hussein en el 2003, el senador ya se opuso a tan popular guerra. Obama no saca músculo bélico. Si dirigiera los destinos de los EEUU, Irán dejarÃa de ser demonizado y se tenderÃan puentes de diálogo hacia la república islámica. El polÃtico demócrata declara abiertamente que no desea atacar el feudo de los ayatolads, que no le “pone†lanzar bombas atómicas sobre enclaves terroristas. Si Obama ocupara el despacho oval, rebajarÃa también el embargo para con Cuba. El abogado de color encarna un poderoso testimonio que nos anima a volver a creer en la polÃtica como el arte de unir y armonizar a la ciudadanÃa en toda su diversidad. Presenta pruebas sólidas de aspirar a desarrollar un tipo de gobierno que comience por fin a superar el sistema partidario, tan extendido por todas las latitudes, de implacable y feroz beligerancia. Desde lejanas geografÃas agradecerÃamos el triunfo de esa otra forma de entender el ejercicio del mandatario. Obama llama una y otra vez a la suma de voluntades por encima de las diferencias para dar la batalla contra la pobreza, la crisis económica, a favor del seguro médico universal, la defensa del medio ambiente... ¿Al oÃr a Obama en su larga carrera hasta la Casa Blanca, cuántas gentes de uno y otro signo han vuelto creer en el “sueño americanoâ€? Un hombre de raza negra que habla de cambio, reconciliación y esperanza, que pregona el tender puentes “entre todas las creencias, etnias, clases y formaciones polÃticas†puede ser el presidente de la nación más poderosa del mundo. Saludemos a este hombre, saludemos su esperanza. Volvamos nosotros también a creer ahora en el ejercicio tan desprestigiado de la polÃtica, aquel ancestral, sacrificado y supremo arte de servir incondicionalmente al pueblo. |
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