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ESPAÑA-MARRUECOS

El largo trayecto, sobre todo la alta calefacción invitan al sueño. Duermen la mayoría de los pasajeros, pero un hombre maduro sostiene horizontamente la verde pantalla de su móvil, césped mundialmente televisado en medio del desierto. Pienso en la gente cercana a quien le alegraría el triunfo de España, pero pienso también en esa nación marroquí aún más necesitada que nosotros de buenas nuevas. Está bien quien gane, está bien quien después clame alegre por su equipo y festeje.

La pantalla verde del pasajero pronto se apagará. Pronto celebrarán los nuestros o los otros, pero siento en mi interior cada vez más difuminada esa artificial frontera, siento cada vez más ancho el "nosotros".

El "nosotros" que me asalta llega al desierto e incluye la sonrisa en medio de una tez más morena, más azotada por unos vientos cálidos, por una vida más difícil. Cada vez más camisetas se ajustan a mi talla y gusto. Siento que cada vez más equipos son mi equipo, cada vez más colores son el propio, detrás del balón, sobre todo al intentar golear otras más urgentes porterías. Gane el mejor.

Tren hacia Galicia, 6 de diciembre de 2022

 
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