En ese vital momento el sacerdote puede aguardar, el mundo en realidad puede detenerse. Lo importante es concentrarse y acertar. La tarea no es fácil, pero tampoco estéril. Trato de recordarme que ya nada ha de ser como antes, cuando tan pocos instantes eran sagrados y las prisas nos ganaban. Intentando acertar con el difÃcil collar yo estoy en realidad honrando a todas las abuelas de la tierra, las estoy engalanado, las estoy colmando de aún más belleza… Sus cuellos de todos los colores y razas, colmados de tantas arrugas merecen las más brillantes cuentas. Sus delanteras que albergan agotados pechos, representan el origen de cuanto somos. Vamos apresurados, pero felices a su obligación. Avanzamos todo lo rápido que dan sus piernas hacia la iglesia del barrio; ella engalanada con sus mejores joyas y yo por mi parte habiendo superado la prueba de la paciencia; después de haber rendido merecida honra a todas las entrañables abuelas de este mundo. |
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