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Allí nuestras gargantas

Allí también nuestras gargantas, nuestros labios, nuestros corazones. Allí también nuestros pulmones que se asfixian con los mismos y endiablados gases. Allí también nuestro alma vibrante rodando por las mismas y decisivas avenidas. Caminamos por sus gloriosas calles, clamamos por sus cansadas bocas. Su empeño es el nuestro. Una importante porción de la humanidad se está liberando de un yugo antiguo. Celebramos sus conquistas como si fueran las nuestras propias. Todo combate noble, pacífico por la libertad es nuestro combate, cualquiera que sea su idioma, su dimensión, su latitud.

Celebramos  el  avance de las fuerzas de la libertad  en Túnez, Marruecos, Yemen, Jordania, Arabia  Saudí… y muy especialmente en Egipto. Los analistas comparan ya la trascendencia de todo este colosal empuje liberador con aquél que logró la caída  del muro de Berlín y el fin de las dictaduras de los países del Este. “La historia late con fuerza en el Norte de África”, afirma quien ha seguido minuciosamente todo este itinerario árabe hacia la libertad, el excelente periodista, Javier Valenzuela. Internet y televisiones como Al Jazeera nos posibilitan también a nosotros latir con los/as protagonistas de las conquistas, seguir al segundo ese titánico pulso entre las fuerzas del progreso y la perversa  reacción instaurada.
 
“¡Merçi  Facebook!”  se puede leer  en las pintadas de las calles de Túnez. Las  redes  sociales  han proporcionado nexo a las gentes  más inquietas y dispuestas a sacudirse el dominio autoritario. Han creado alma  colectiva, han  otorgado la  identidad de sujeto activo a  las  clases  medias y populares más conscientes, otrora ninguneadas. Han dotado de comunicación  y mínima organización a las juventudes urbanas, a las fuerzas del progreso antes dispersas. Internet  y las  nuevas  tecnologías aceleran el ocaso de  todos los dictadores sobre la tierra. Éstos tienen los  días contados. Ya nada  será  como antes. La evidencia la ha  revelado  el dictador Mubarak. No ha dudado en cortar  Internet y la  telefonía  móvil para  intentar  acabar con las  protestas.
 
Las fuerzas del despotismo  caerán porque  nada puede  evitar la llegada de un tiempo de libertad, de justicia, de  respeto a los derechos humanos en todos los rincones de la tierra. Nada puede impedir la instauración de nuevos regímenes de plenas garantías y consagradas democracias, donde aún hoy impera la arbitrariedad, la corrupción y la conculcación de los más elementales derechos.  Nada puede  detener el avance de la humanidad en su conjunto hacia una civilización más madura y consciente, de más luz,  de más tiempo, medios y herramientas para el cultivo de la cultura, el arte y el ser en toda su profundidad, bella expresión y sana creatividad.
 
Cada vez más porciones de humanidad despiertan al gran poder que  mora en nuestro interior, poder aumentado por los avances que procuran las tecnologías de la comunicación. A la pantalla  han tomado dimensión  de esa  enorme fuerza aunada. Después  han bajado  a la calle,  después se  han  batido el cobre como antaño… , pero ya sobre el asfalto su número se había multiplicado. Ya nada, ni nadie podrá hacerles olvidar el vigor, el empuje imparable de su alianza tras el primero e inalienable derecho de libertad; el derecho a hacerse los dueños de sus propios destinos. Esa  fuerza  latía  en ellos, pero las nuevas tecnologías han sido  necesarias para sumarlas, han sido también indispensables para  dar  a conocer al exterior su pulso liberador.
 
Más difícil será el día después, cuando los tanques reculen a los cuarteles, cuando una a una se  vayan  derrumbando todas las grandes estatuas de los grandes  dictadores; cuando  haya que mantener   fresco  el perfume de jazmines y rosas. Más difícil será cuando todos esos pueblos amanezcan en libertad; cuando culmine el delirio de la victoria y haya que aterrizar los ideales; cuando caídas las tiranías, sea preciso mantener esa pureza en los corazones,  vivo y sin mácula el anhelo de un nuevo mundo. Más difícil será  cuando  haya que  ejercitar esa  libertad y pueda  semejar  grande y  venga la  fragmentación de las fuerzas civiles y desembarquen  intereses menos  nobles y nuevas  generaciones de mandatarios quieran perpetuar de forma más dulce  el sometimiento…
 
Siempre   nos  resultó más  fácil  tumbar que construir. Más difícil  será  cuando  sea preciso  poner las bases de nuevas sociedades, más libres, más justas, más equitativas…, cuando comience    el  proceso de   ensayo  y error…  Pero  eso  será  mañana. A cada día su afán.  Por  ahora  los dictadores se aferran a sus tiranías y las fuerzas del futuro necesitan todo  nuestro apoyo y el de nuestros  gobiernos. No escatimemos nada de ello.
 
El temor al progreso  del fundamentalismo  islámico, jamás   podrá  hipotecar  el apoyo debido al avance de las causas de la democracia, la dignidad y la justicia  en esos  países. La Norteamérica de Obama ha sido  en este sentido más  resuelta y valiente que  nuestra Europa más  cercana y también vacilante. Sin embargo, a este lado de la orilla mediterránea, muchos deseamos ser algo más que meros observadores.
 
Adelante el avance de los hombres y mujeres valientes, los jóvenes y adultos que caminan tras su debida herencia, que en estos mismos instantes arriesgan sus vidas por el pan y la libertad en Egipto, Yemen, Jordania... Por la apuesta firme y no-violenta de la sociedad civil en los países árabes en la conquista de unos derechos democráticos que nadie le puede negar. Nos unimos con vosotros/as en las calles y avenidas de El Cairo, Alejandría, Suez, Saná... Sentid nuestra fraternidad cercana en medio de los ataques de los tiranos y sus regímenes caducos.

 
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