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Catalunya en el corazón VI

En realidad Catalunya es sólo la excusa, en lo que de verdad estamos inmersos es en una apuesta de civilización. Nos debemos a la civilización, al progreso colectivo humano. Civilización es el triunfo de lo razonable, de lo cabal, de lo justo, de lo ponderado. Civilización es busca de la verdad, de la justicia, de la humanidad. La civilización, la esperanza cobraban el pasado viernes de nuevo rostro de mujer. Gracias Sra. Ministra alemana de Justicia por este grato testimonio de civilización. Junto a ella los más renombrados juristas internacionales se comienzan a pronunciar por doquier. No dan crédito a la persecución de la que están siendo objeto por parte de la "justicia" española los dirigentes políticos catalanes.

El rencor, el sentimiento de revancha, el deseo de perseguir al diferente no pueden seguir llenando la mente de quienes tienen por superior cometido impartir justicia.

Nos prueba en su fe, puede renquear, pero siempre acabará triunfando, la verdad tiene a menudo la inquietante y descorazonadora costumbre de caminar despacio. La verdad poco a poco, con dificultad, con evidente carga de dolor y sufrimiento se va abriendo camino.

La verdad se difundió ayer a todo el mundo desde el corazón de Alemania, a través de multitud de medios y agencias internacionales. Se irradió la sencilla, la aplastante, la difícilmente contestable verdad de que un problema político, requiere soluciones políticas, no judiciales; la verdad de que en el marco de los mundos civilizados los problemas humanos se resuelven con palabra y diálogo, jamás con persecución y represión. Esa verdad la dio a conocer en Berlín un hombre honesto, que pudo cometer su error, pero que ni de lejos merece la la persecución de la que está siendo objeto.

¡Danke Deutschland!

* En a imagen la ministra de interior alemana

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La cuestión me lleva rondando toda la mañana... ¿Estaremos nosotros también viviendo una preocupante exaltación de nuestro propio nacionalismo? ¿Cabe un orgullo colectivo sano, noble, o el orgullo es siempre brote y fruto de nuestro yo más pequeño y miserable, de nuestra personalidad inferior? ¿Cabe sentir orgullo de pertenecer a un pueblo adherido a valores, que ha antepuesto la solidaridad con Catalunya a los 500 millones que le ha colocado sobre la mesa el Gobierno Central? ¿Nos habrá afectado este tiempo de emociones tan desbordadas...?

¿Cabe el orgullo de de unos dirigentes que no pierden el Norte, orgullo de sentirse miembro de una comunidad que antepone principios a cuestiones meramente materiales? Lo dejo a posta en interrogante, porque seguramente en ese orgullo caben demasiadas cosas, hay de todo... Hay quizás algo pureza y hay miseria, hay seguramente ideal, pero también inferior arrogancia. Somos las dos naturalezas y en nuestras emociones afloran aspectos positivos y otros que no lo son tanto…

Los populares urgen aprobar los Presupuestos Generales del Estado, pero les faltan los votos de los vascos. La bolsa de dinero* ofrecida por el partido en el gobierno para intentar "comprar" a los nacionalistas es muy grande, capaz de hechizar a cualquiera. Pero los jeltzales han dicho que no, que primero son los principios, los valores, después viene la pasta. Primero la democracia, la libertad, la solidaridad con la Catalunya represaliada, después el dinero.. Con el 155 no hay negociación posible han repetido firmes hasta la saciedad los dirigentes abertzales. Primero rehabilitar las competencias privadas a la Generalitat, después el apoyo a los presupuestos. ¿Qué color, que luces, que sombras tendrá ese orgullo que con fuerza aflora dentro…?

* Los nuevos presupuestos recogen un 32% más de inversión para el País Vasco, 500 millones de inversión previstos en las cuentas servirían para generar más de 7.000 puestos de trabajo, sin embargo no van a ser apoyadas por el PNV mientras esté en vigencia el 155. Con 155 no hay negociación posible afirman sus dirigentes.

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La verdad cogió carrerilla, saltó los Pirineos. No hubo más rebelión que ante la rotunda cerrazón, la negación al verdadero diálogo y la imposición. De malversación de fondos que respondan quienes fletaron Piolín, quienes subvencionan la fuerza y no la razón.
La primavera canta, la civilización progresa cada vez que un juez abre las puertas a un preso político. No descansaremos hasta que la primavera cante, hasta que civilización progrese también en España liberando a todos los presos y presas políticas que aún quedan entre rejas.
No es sólo el sol y el aire libre que merecen, no es sólo el abrazo de los suyos que ningún juez cabal debería negar. Está en juego mucho más. Es cuestión de nuestro futuro, es cuestión de dignidad.

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Hay una España que duerme y bosteza y otra que despierta; una que quiere ir para adelante y otra que no le deja, que se lo impide. Son las dos humanidades. Nos toca abrazar con la misma fuerza y amor a las dos. Toda la comprensión y compasión para con la humanidad que quiere ir más despacio, que no persigue grandes transformaciones culturales, políticas y sociales, por más que a menudo resulte difícil el ejercicio.

Si eran “novios de la muerte”, mejor nos lo hubieran dicho antes. Ahora todo se entiende un poco mejor. Esos amores arrebatados hay que confesarlos al comienzo de las campañas electorales, en el arranque de las legislaturas. Todos los ciudadanos tenemos derecho a saber con quién nos “casamos”, con los “novios de la muerte” o con los de la vida…

Más vale una confesión a tiempo, por más que el explosivo maridaje de religión y legión nos desconcierte. ¡Basta ya de perseguir a quienes recelan de ese anacrónico y peligroso folclore! Facultad para decidir sobre su futuro quienes no desean vitorear a la legión y sus amores fatales. Tienen todo el derecho a emerger a un futuro diferente.

Noviazgos, amores y pasiones siempre libres. Cada quien busque su propio "afaire". La anhelada unidad florezca a partir del supremo respeto, en el marco de un Estado moderno, aconfesional y sin crucifijos en sus paredes. Hay quienes, aún con todo deseamos, quedarnos en una España que despierta, aguantando a menudo estas bromas de cuestionable gusto, pero por favor respeto a quienes desean marchar. ¡Basta ya de cárceles y exilios para quienes claman por su particular República sin flirteos fatales! Respeto a su derecho de abrir filas, a marcar su propio paso; respeto a su legítima opción a no querer marchar tras la cabra uniformada.

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