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La libertad evita la fuga

No nos resignamos a contemplar la batalla, por cierto cada día más virulenta, desde la colina. Estamos llamados a encontrar la verdad, la paz y la concordia por todos los medios a nuestro alcance. Creemos firmemente en el postulado de que más libertad, democracia y descentralización es el verdadero antídoto de esta crisis, la única forma de evitar “los seísmos refrendarios”. Hoy observamos un punto de luz, una voz ponderada de las que tanto hacen falta en nuestros días, un punto de encuentro de esos imprescindibles. “El País” detiene de momento sus andanadas artilleras y opta por la moderación. Va en la edición de hoy y recoge joyas como las que más adelante presentamos. Nos adherimos a la tesis de que la forma de acabar con esa espiral de recelo y animadversión entre el centro y la periferia catalana y vasca, que no sabemos dónde nos ha de llevar, es con una verdadera profundización de la democracia, con una concesión de autonomías sin reservas, con la estructuración del Estado de confederación.

Con todo los respetos, pensamos que Madrid hoy no está a la altura de los tiempos. Se ha quedado varada en la historia, poco más delante de aquel Noviembre en que expiró el dictador. No pasa el exigente text democrático que demanda el presente. Lo decíamos ayer: “Es preciso que España se desquite de una vez por todas de ese pasado oscurantista de pensamiento único, de esa historia de cortijo e Inquisición y apueste por la catarsis, por desnudarse, por confesarse. España puede hacer su terapia tantas veces postergada y sacudirse sus señoritos, sus tutores, dictadores y caudillos.” Como ese ejercicio no acaba de llegar, Catalunya opta entonces por escaparse. Barcelona saca las urnas, Madrid ataca. Ergo cada vez somos más los que pensamos que la solución ha de ir por el camino de ampliación de la democracia, por la concesión amplia y no cicatera de autonomía.

Aquí y en Catalunya hay mucho, mucho hastío de la cerrazón y el centralismo del Estado. Son muchos años desoyendo mayoritarios clamores, son muchas décadas frenando transferencias, impidiendo que cada quien se acomode a su gusto dentro de la casa común. Muchos vascos y catalanes no quieren marchar, quieren un ancho hogar donde respirar en verdadera libertad, sin embargo no se observa intención de apertura, cambio de actitudes.

El inmovilismo del actual gobierno es una bomba de relojería. Avanzar en las libertades es la única forma de evitar la fuga de catalanes y vascos. Sin embargo Madrid no mueve ficha y el tiempo para evitar el choque de trenes se acaba. Es preciso articular una mayoría en el Estado a favor del cambio de una Constitución que se ha visto ya superada, de la profundización en la democracia y de la concesión de más amplias autonomías para Catalunya y el País Vasco. Estamos persuadidos de que no hay otro camino para la recuperar la paz y la concordia. El articulista canadiense Jean Leclair, buen conocedor de lo ocurrido en Quebec, afirma al respecto: “¿por qué iban a ser necesarios unos seísmos referendarios para obligar a los jefes políticos de los Gobiernos centrales federales a reconocer que la unidad no se realiza únicamente en la uniformidad y que una verdadera autonomía política regional es el medio más seguro para garantizar la unidad nacional?"

Añade: "En Canadá, y muy probablemente en España, lo que amenaza actualmente esta dinámica es la concentración inmoderada de poder en manos del Ejecutivo, que puede gobernar sin tener en cuenta la opinión de nadie, y tampoco la de las regiones. El deseo de separarse, en Quebec y en Cataluña, tal vez tenga menos que ver con la existencia de una esencia quebequense o catalana fundamentalmente distinta que con un déficit federal de las instituciones centrales.”

 
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