Los nuevos tabiques son con curvas, el raseado con estrÃas, pero ya conoce cuando la masa alcanza su punto exacto, cuando no le sobra ni agua, ni arena, ni polvo. Al fin y al cabo liar una sabrosa “bechamel†no es tan diferente de mezclar un eficiente mortero. La escayola le gotea encima cuando rasea los techos. Al finalizar la jornada se entretiene bañando con agua caliente su piel blanqueada de escayola. Al ego no le gusta que le asocien con mortero, pala y carretilla. La personalidad prefiere que la imaginen con tÃtulos y honores, pero él es “paletaâ€. La honra no es una dádiva que alguien otorga, sino una conquista del alma. Los libros que nunca vendió se apilan en la escalera. Acabó vistiendo el buzo de la humildad. Ese traje cargado de polvo es el que mejor sienta a su orgullo enseñoreado. Al calzarlo de mañana, no enfunda la memoria del engreimiento, el recuerdo de lo que quiso ser, la nostalgia de las medallas que deseó en la solapa en vez de los lapos de escayola. A fuerza de equilibrios en el andamio podrá alcanzar modesta impermanencia. Al fin y al cabo ese profano andamio puede ser improvisado trampolÃn hacia un Cielo siquiera de "pladur". Tantas vueltas en la vida para acabar frente a la hormigonera que también gira sin parar. El trabajo dignifica se dice mientras mezcla la masa y diseña en la cabeza el nuevo trabajo que le pondrá de nuevo a la pantalla. Sólo importa trabajar con atención, paciencia y entrega. Cada dÃa elige. Puede teclear palabras bellas al ordenador o escribir versos de amor en los tabiques que aún son polvo y ladrillo, en las paredes que todavÃa no ha levantado. |
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