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En favor de un Estado de derecho

Lo afirmo con genuina aspiración, con corazón en mano. Quisiéramos ser súbditos de un Estado de derecho, con garantías democráticas, con separación de poderes... Lo afirmo con sinceridad y pena: no es nuestro caso. No estamos por la Calatunya separada e independiente, pero sí por la consolidación de las libertades. Catalunya es el detonante que abre la crisis imprescindible. En estos momentos Catalunya es vanguardia, punta de lanza en la consecución de un verdadero Estado de derecho. El desenlace de la crisis comienza a ser traumático, pero no les han dejado alternativa.

Ojalá viviéramos en ese Estado, en una democracia homologada... Ojalá... Mientras que a un dirigente y a su equipo se le multa nada más ni menos que con 5 millones de euros, por el “delito†de poner unas urnas bajo el mandato de un Parlament soberano, buena parte del hampa de la Gurtel campa a sus anchas. La hermana del rey emérito y su marido, de más que sospechosa conducta, no son para nada iguales ante la ley.

Queremos a Catalunya con nosotros, no creemos en nuevas fronteras y separaciones, pero comprendemos que buena parte de la ciudadanía catalana quiera hacer las maletas para dejar un Estado en el que no impera plenamente el derecho, en el que la misma “caverna†controla los poderes ejecutivo y judicial. Queremos a Catalunya con nosotros, pero entendemos perfectamente que buena parte de su ciudadanía no se halle cómoda en un Estado en el que la real y auténtica democracia, brilla por su ausencia.

¿De qué otra forma el Estado español iba a comenzar a democratizarse de verdad, a consagrarse realmente como un Estado de derecho, sino es merced a la crisis a la que le ha abocado buena parte de la ciudadanía catalana? La crisis desatada, por dura y visceral que semeje, es necesaria para que la “caverna†comience a abrirse, actualizarse a operar dejando de una vez por todas a un lado sus modos autoritarios y centralistas.

Duele la división de la ciudadanía catalana y sus políticos, pero duele también la ceguera y pasividad de un gobierno estatal incapaz hasta el momento de mover la más mínima ficha por atender una justa e inaplazable demanda popular en Catalunya, por salir de tan enconada situación. "Nunca es tarde si la dicha es buena...". Aún estamos a tiempo.

 
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