Este señor se levanta todos los dÃas con una responsabilidad Ãmproba y no dudo que en su cabeza sólo hay un objetivo: hacer el mayor bien al mayor número de personas, procurar que la pandemia no se extienda y la ciudadanÃa no se contagie. Ello ya merece nuestro halago. Además lo hace bien, se explica adecuadamente, pone alma y didáctica en cada una de sus palabras; pero es que tampoco se ha inmutado cuando la oposición conservadora le ha lanzado sus más infundados, malintencionados y letales dardos. El ministro de Sanidad sólo cura, ni siquiera se defiende. El cargo y las circunstancias parecen otorgarle una suerte de eficaz vacuna. Este señor me ha enseñado que la relación humana no consiste en estar de acuerdo, sino en cuidarnos y respetarnos los unos a los otros. Yo no vestirÃa esa corbata de perenne luto, pero es su traje. Yo abrirÃa los anchos parques y playas, repartirÃa MMS en todas las esquinas, hablarÃa de lo que es el sistema inmune, de la necesidad de fortalecerlo. Yo no lanzarÃa a la policÃa en la persecución de todo lo que se mueve. Yo ahuyentarÃa el miedo a la llamada muerte… , pero ni soy ministro, ni me han elegido los españoles para el cargo, luego apoyo a este señor que se encuentra en una situación tremendamente difÃcil y se está entregando por entero. Lo apoyo humanamente, que creo que es más importante que el sustento en las ideas. Las ideas mutan, las de ellos y las nuestras, pero hay algo que no debe mutar y es nuestro sentido de humanidad, de aceptación y respeto por el otro, máxime si delante de ese atril lo han apostado unas democráticas urnas. |
|
|
|