El desarrollo de los medios de comunicación y locomoción, asà como la manifestación de serios desafÃos globales, han sido determinantes para ensanchar esos sueños, para desear incluir en su seno a más humanos, cualquiera que sea su raza, su color, su credo o condición social. El congresista republicano deberÃa saber que nuestro planeta no puede albergar 6.000 millones de sueños americanos, pues para ello necesitarÃamos varios planetas. Hay quien sà entendió esta simple ecuación y trató de ubicar debidamente el sueño americano en el contexto de un mundo solidario. Este hombre ha querido ampliar el sueño americano a 32 millones de súbditos que hasta el presente no tenÃan ninguna cobertura sanitaria, ha querido poner freno a la voracidad de unos mercados jamás satisfechos con sus obscenas ganancias, ha tratado de dar dignidad y merecida ciudadanÃa a 11 millones de inmigrantes, ha tratado de sustituir la polÃtica de agresión en el exterior por la polÃtica de entendimiento, ha puesto cordura, diálogo y encuentro allà donde habÃa imposición de “pax americanaâ€â€¦ Pero a Obama no le han restado poder sólo los republicanos y su “Tea partyâ€, que aprovechan la ola de la crisis para hundir al presidente de la esperanza. A Obama le han combatido, con no menos fiereza, las avanzadillas apresuradas, los de la utopÃa aquà y ahora, los del todo o nada, los que ignoran la ley de evolución y por lo tanto desconocen que los cambios en la conciencia humana jamás pueden operar de un momento a otro. Las aún tÃmidas medidas sociales puertas adentro y conciliadoras hacia fuera, del primer presidente de color ya han generado la remontada republicana. Imaginemos qué hubiera ocurrido si hubiera ido más lejos. ¿Qué dirán las impacientes fuerzas de progreso que no han escatimado acoso al primer mandatario de los Estados Unidos, cuando, con el avance republicano, la sanidad vuelva a ser privativa de la clase media adinerada, cuando los inmigrantes se vean de nuevo condenados a la clandestinidad, cuando ya nadie ponga freno a la avaricia desmedida de unos mercados descontrolados, cuando se calienten los motores para nuevas e interminables guerras en lejanos desiertos que azucen sentimientos patrios y permitan vender armas más al por mayor...? ¿Qué dirá el radicalismo exigente que de tanto tumbar a quienes osan ocupar poder, tumban también a quien porta toda la esperanza que hoy es capaz de abrigar el pueblo norteamericano? Los lÃderes sudamericanos que han abrazado “fraternalmente†a un Mahmud Ahmadineyad que lapida mujeres inocentes hasta la muerte, no han recibido para nada las crÃticas severas que se han clavado en Barack Obama, desde el mismo instante que ocupó la Casa Blanca. Cada vez hay menos cielo para los sueños personales, nacionales, sobre todo cuando opacan, cuando anulan el sueño colectivo, planetario. John Boehner, al frente del Congreso, quiere asegurar su sueño de élite, su vida acomodada, su prestigioso country club de Ohio. Pero su sueño americano colisiona frontalmente con el de cientos de millones de seres humanos de alcanzar lo imprescindible para vivir con dignidad. John Boehner no parece saber que su modo de vida americano no es sostenible, que para que él disfrute de toda suerte de lujos, hay otros que han de padecer miseria o incluso morir de hambre. A estas alturas los sueños ya no pueden colisionar, hemos de soñar todos en la misma dirección. Algo andará siempre mal mientras que el sueño americano, no comience a ser también el sueño planetario. Nadie se lleve a engaños. No ha muerto el “Yes, we canâ€. Obama puede incluso perder las próximas presidenciales, pero ya nadie podrá desactivar el “juntos podemosâ€. Jamás olvidaremos su enorme tributo al avance de la conciencia colectiva. Más allá de sus logros en polÃtica nacional, el gran legado universal de este polÃtico inteligente y noble ha sido el de devolver el poder de transformación a la ciudadanÃa. “Yes, we canâ€, no es ideologÃa, ni siquiera es el mantram del presidente de los EEUU, es ya la clave de todas las fuerzas de la esperanza de cualquier latitud, de quienes tenemos no sólo un sueño vasco, español, europeo, americano..., sino también por fin planetario. Nosotros nos pasaremos también la vida persiguiendo ese sueño planetario, porque sólo concebimos el bienestar de nuestras familias, de nuestros barrios y pueblos, de nuestras naciones en el marco de una humanidad por fin fraterna y solidaria que come, canta, rÃe, goza de pizarras, salud y libertades, tiene agua en lo profundo de sus pozos y tiene una estrella común en lo alto de los cielos. No, no es un competir de sueños, no es una carrera de tenacidad, entre otras cosas porque el tiempo puede acabarse. Es un esfuerzo de concientización, es alcanzar la elemental premisa de que la felicidad es tema global, colectivo, de que los sueños pueden complementarse, sumar, pero nunca, nunca ya más restarse los unos a los otros. Por favor, té suave, ligero y sueños anchos para todos/as. |
|
|
|