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Elevar la Red

¿Por dónde y hasta dónde la palabra…? Si fuéramos concientes de la responsabilidad que ella encarna, las administraríamos con mayor cuidado. Si tomáramos conciencia de su repercusión en niveles que se nos escapan, la usaríamos de forma más ponderada. La palabra escrita es pensamiento materializado y encarnado, revestido de una fuerza inusitada.

Una vez más se nos acusa de censores, de inquisidores en las páginas del Foro de esta página. La acusación no nos resulta novedosa. Hace ya un tiempo que nos acostumbramos a sobrellevar el San Benito. En las listas que dirigimos también se nos ha tildado de lo mismo en otras ocasiones.

No es que nos sintamos a gusto con la etiqueta, pero no nos queda otra opción que gobernar este espacio compartido. La gran gloria de Internet es que hay sitio para todos, que cualquier persona con un mínimo de conocimiento cibernético puede editar sin mayores costes un blog, confeccionar una lista de correos, diseñar una página web... La Red de redes garantiza y universaliza la libertad de expresión. Hay un sitio para todos en el océano virtual en el que se reúnen todos los sistema de creencias, ideologías, culturas…, todas las sensibilidades.

Seguimos fieles a los postulados del Portal que ya anunciamos en el momento de su nacimiento, ahora justo hace seis años. El Portal no nos pertenece, pertenece a los soñadores, a los artesanos de la esperanza, a los aguadores de la nueva vida, a los servidores del mundo de cualquier latitud, de cualquier color, tribu o familia… El Portal no nos pertenece, no creemos en la propiedad, no en balde anunciamos un mundo de todos y para todos, que nos corresponde en heredad.

Nada nos pertenece, mas sí administramos. Dirigimos un lugar donde diariamente abrevan cientos de personas buscando nutrición para el alma, buscando conexión con otros hermanos en la luz y en el servicio a lo largo y ancho de todo el mundo latinoamericano.

Nada nos pertenece, pero seguiremos como hasta el presente, gobernando con celo este espacio con vocación de seguir manteniendo un nivel de contenidos y de forma, por más que se nos tilde de censores. Quién se dirige a nosotros en esos términos debería saber que el espacio de Internet es infinito y que también hay en él un lugar para el espíritu de confrontación, para la palabra disonante, para el insulto, para las letras de mal gusto…

Defenderemos este espacio, porque es la responsabilidad que nos confieren las abundantes visitas que registramos, porque es lo que nos piden los miles de hermanos (ahora 178.000 de media) que cada mes entran en esta ciudad virtual de luz, esperanza y amor fraterno. Ellos saben que al teclear “portaldorado.com” encontrarán un espacio libre de rencor y desarmonía.

Construimos en la esfera virtual lo que más pronto que tarde quisiéramos ver levantado en la dimensión física. Sólo podemos construir con materiales nobles, con arcilla que eleve, unifique, embellezca, armonice, sólo podemos edificar con palabras que nos acerquen cada día un poco más a la Fuente de toda Luz y de todo Amor. De lo demás hay en demasía.

Por último apuntar que no deseamos alentar un maniqueísmo de buenos y malos. No deseamos construir con el Portal un lugar impoluto artificial. Simplemente deseamos experimentar lo que aquí y ahora somos capaces de crear desde lo mejor, desde lo más elevado de nosotros mismos, conscientes que bien podríamos ser los primeros en caer en un control de pureza.

La censura empieza por lo tanto en nuestro propio portal íntimo, en nuestra Innernet, con las toneladas de pensamiento “spam” o basura que cada día debemos arrinconar. En realidad es a nuestra propia miseria a la que le pretendemos negar el paso para no convertirse en verbo, para no subirse a la pantalla, para no remontar a la Internet. Esta proclama encajonada en el editorial, no es por lo tanto una afrenta contra nadie, si cabe sólo lo es contra nosotros mismos.

Esta es nuestra opción. El Cielo ya se encargará de juzgarnos si en este criterio también nos equivocamos.

 
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