Política y paz | Una sola humanidad | Espiritualidad | Sociedad | Tierra sagrada

Todos queremos más...

La policía vasca es la que mejores condiciones laborales y mejor sueldo goza en el Estado, pero ello no fue óbice para que el día pasado los legítimos representantes del Gobierno Vasco recibieran en Vitoria un bochornoso e injusto abucheo a la entrada del Parlamento por parte de los "reivindicativos" ertzainas. Un amigo pequeño empresario me confesó el día pasado, que cansado de bregar con las constantes e insostenibles demandas de subidas salariales, les planteó seriamente a los compañeros la posibilidad transformar la empresa en cooperativa y nadie le apoyó. Nadie mostró interés por la propuesta.

Todos quieren más, la guardia civil, los policías, ahora los funcionarios de justicia..., también los pensionistas por más que muchos de ellos/as sí que tienen sobradamente justificada su reivindicación. ¿Cómo alcanzar el justo medio, cómo aguzar discernimiento y apurar generosidad para que impere el equilibrio? Hay casos en los que las reivindicaciones son de ley, como puede ser el último ejemplo mencionado de muchos/as pensionistas, sin embargo hay otros en los que la justicia de lo reivindicado queda en cuestión. No vivimos un universo de barra libre. Todo tiene su medida. Será preciso vindicar lo que es ponderado; no lo que va en detrimento de la también justa retribución ajena. Será preciso tomar mirada aérea y por lo tanto conciencia, no sólo de nuestros intereses, sino sobre todo de los colectivos.

Todos queremos más, todos pedimos más y más, tan menudo sin pensar, ni reparar en el bien colectivo. La caja común no es infinita. A nivel de administración colectiva lo que se suma a una partida será preciso restarlo a otra. Olvidemos por un momento que es un Partido Popular, en importante medida significado por la corrupción y “el ordeno y mando”, el que tiene la llave de la caja común. Imaginemos que esa llave está en nuestros bolsillos. ¿Nos las podríamos apañar para atender sistemáticamente todas las demandas colectivas?

El universo es orden, el orden es administración, la administración es equidad. La responsabilidad colectiva permanece a la cabeza de nuestras asignaturas pendientes. Responsabilidad representa ancha mirada y corazón, capacidad de ver en el otro, otro “tú” con similares necesidades. Priorizar lo general con respecto a lo privado es el espíritu solidario que reclama un mañana mejor. ¿Seremos capaces de acercar algo de ese futuro al presente? ¿Seremos capaces de aparcar pancarta, de acallar el grito cuando nuestras reivindicaciones vayan más allá de los derechos y deriven hacia un interés más exclusivista?

El nuevo tiempo será altruista o no será. Comenzar a pensar en clave global antes que en propia, representa seguramente el salto más urgente en la conciencia humana. Vivir cada uno para sí o hacerlo para los demás, he ahí la eterna disyuntiva humana que hoy se evidencia también en numerosos escenarios. La inercia de pedir fuera, ha de ir compensada con el sentido de la responsabilidad adentro. En lo que a la esfera social se refiere, instalarnos en la sistemática y permanente dinámica de la reivindicación es pernicioso, porque pernicioso es pensar en nosotros mismos, al margen de lo que ocurra a los demás.

Ya lo dejó bien sentado el “poverello” de Asís: “Es dando como recibimos…”; es en el olvido de nosotros, que no de nuestras más elementales necesidades, como somos colmados. El día en que nos decantemos mayoritariamente por la máxima franciscana, la Tierra será sencillamente un paraíso. Si aún no lo es, es porque colocamos demasiado a menudo nuestro propio y predominante provecho por encima del de la mayoría. Dicho de otra forma, la distancia con respecto al Edén que podría ser la Tierra, es la misma distancia que cada uno de nosotros tenemos hasta interiorizar un genuino sentimiento de unidad fraterna, hasta alcanzar una verdadera conciencia solidaria.

 
   |<  <<    >>  >|
NUEVO COMENTARIO SERVICIO DE AVISOS

 
  LISTA DE COMENTARIOS