Todos queremos más, todos pedimos más y más, tan menudo sin pensar, ni reparar en el bien colectivo. La caja común no es infinita. A nivel de administración colectiva lo que se suma a una partida será preciso restarlo a otra. Olvidemos por un momento que es un Partido Popular, en importante medida significado por la corrupción y “el ordeno y mandoâ€, el que tiene la llave de la caja común. Imaginemos que esa llave está en nuestros bolsillos. ¿Nos las podrÃamos apañar para atender sistemáticamente todas las demandas colectivas? El universo es orden, el orden es administración, la administración es equidad. La responsabilidad colectiva permanece a la cabeza de nuestras asignaturas pendientes. Responsabilidad representa ancha mirada y corazón, capacidad de ver en el otro, otro “tú†con similares necesidades. Priorizar lo general con respecto a lo privado es el espÃritu solidario que reclama un mañana mejor. ¿Seremos capaces de acercar algo de ese futuro al presente? ¿Seremos capaces de aparcar pancarta, de acallar el grito cuando nuestras reivindicaciones vayan más allá de los derechos y deriven hacia un interés más exclusivista? El nuevo tiempo será altruista o no será. Comenzar a pensar en clave global antes que en propia, representa seguramente el salto más urgente en la conciencia humana. Vivir cada uno para sà o hacerlo para los demás, he ahà la eterna disyuntiva humana que hoy se evidencia también en numerosos escenarios. La inercia de pedir fuera, ha de ir compensada con el sentido de la responsabilidad adentro. En lo que a la esfera social se refiere, instalarnos en la sistemática y permanente dinámica de la reivindicación es pernicioso, porque pernicioso es pensar en nosotros mismos, al margen de lo que ocurra a los demás. Ya lo dejó bien sentado el “poverello†de AsÃs: “Es dando como recibimos…â€; es en el olvido de nosotros, que no de nuestras más elementales necesidades, como somos colmados. El dÃa en que nos decantemos mayoritariamente por la máxima franciscana, la Tierra será sencillamente un paraÃso. Si aún no lo es, es porque colocamos demasiado a menudo nuestro propio y predominante provecho por encima del de la mayorÃa. Dicho de otra forma, la distancia con respecto al Edén que podrÃa ser la Tierra, es la misma distancia que cada uno de nosotros tenemos hasta interiorizar un genuino sentimiento de unidad fraterna, hasta alcanzar una verdadera conciencia solidaria. |
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