No es imitar a la persona, ni siquiera calzar sus sandalias y seguir su Senda. Es contagiarte de su perfume y presencia, de los valores que tocaron su alma y seguir tu propio camino. Sigo leyendo sus memorias para impregnarme de su virtud. No quiero ser como él, quiero hacer mÃa la renuncia que es en él, la Mirada que le acompaña, la bondad que cubre sus gestos… Quisiera en mi corazón la misma devoción para con los Maestros que él profesa, en mi bolsillo la misma generosidad sin lÃmite para asistir al desvalido. Yo no hablo tibetano, no tengo rojo azafrán en mi ropero, no podrÃa vivir junto a las nieves que nunca marchan… En realidad, leemos las grandes biografÃas para que calen en nuestra diminuta biografÃa, para hacerla más grande, no en el sentido de más popular, sino de más consagrada. |