Intercambiar hasta el hastÃo, hasta volver a la Palabra con mayúsculas, a un compromiso que no se achanta ante las dificultades. Hará falta el hastÃo para volver a un comienzo que nos invita perpetuamente a renovarnos, a revivir el abrazo original que solo adolece de nuestra fuerza, generosidad e inventiva. Quizás lo más "progre" no era intercambiar pareja, aunque fuera de forma consentida, sino cada dÃa intercambiar anhelos, ilusiones, proyectos, compromiso... con nuestro compañero/a de siempre. Suele ocurrir. Seguramente la pelota estaba en nuestro tejado. Seguramente no era tanto el mutar de pareja, sino el crecer, superarnos, elevar la mirada, el alma, para asà rehacer el piropo, la caricia, la chispa…, en definitiva la palabra dada. De lo contrario la palabra se estanca, claudica y corremos al sofá y nos ponemos a ver el más “rompedorâ€, el más “in†estreno de “Antena 3â€. Inauguran “Intercambio consentidoâ€, pero nosotros podemos estrenar cada dÃa una misma relación, sin necesidad de saltar de lecho en lecho; estrenar cada dÃa una nueva aventura con la misma persona a la que hemos dado la palabra no necesariamente en un juzgado o ante un sacerdote, si no en el altar del corazón. Demasiado fácilmente olvidamos que los llamados a renovar somos nosotros mismos, que todo nos acabará aburriendo mientras que no sepamos dar en cada instante lo mejor, en primer lugar con la pareja con la que nos hemos comprometido. El humano acomodaticio siempre pedirá afuera lo que no se propone hacer brotar dentro. No nos convence ese promiscuo GPS que nos vende la popular cadena televisiva. Fidelidad es admirar y bendecir la belleza ajena, sin echar a volar ningún lazo; es agradecer lo hermoso que pasa a nuestra vera sin querer atraparlo. Saltar de flor en flor es el arte de las abejas, no del humano que busca perfeccionarse. A falta de lealtad, las relaciones se deterioran, las estructuras se desvertebran, el ordenamiento se quiebra, el progreso se cuestiona. Fidelidad no está de moda, no es valor al alza, pero fidelidad es respeto a nosotros mismos a lo Superior que nos habita y por ende a la mujer o al hombre que hemos decidido acompañar en los dÃas fáciles, felices y en los menos. Ante las modas pasajeras, ante los programas picantes que pretenden aumentar el rebaño de la sumisión, ante la invitación al intercambio desnortado, ayer, hoy y siempre, compromiso. Si no media un mÃnimo compromiso, no hay vida, no hay evolución, todo se detiene. Olvidemos que la fidelidad era una máxima beata, uno de los principios que pregonaba la “Sección femeninaâ€, fidelidad es también lo que amalgama a los seres, a los mundos, a los sistemas y galaxias. Artaza 22 de Octubre de 2018 www.koldoaldai.org |
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