La mano se ha aflojado y abierto, el hierro ha caÃdo. La mano se ha unido a otras manos desde Durango hasta Iruña. Somos los tiempos tan suspirados. “Gure esku dago, bai", pero no olvidemos los que han colocado ese futuro en nuestras manos, los que como Imanol Larzabal tanto arriesgaron con su voz, con su guitarra por el presente que gozamos. No galopemos hacia el mañana, sin saldar las cuentas con el pasado. Sea su exilio el último por pensar, por rasgar, por cantar diferente. Las noches dejaron de tomarse relevo al borde de nuestro presente. Euskadi comienza seguramente a vivir el momento más hermoso de su historia, su hora grande en la que empezamos a caber todos en armonÃa, en paz, sin exclusiones de ningún tipo. La memoria no puede bloquear, ni tampoco perturbar o lastrar el futuro; sin embargo el futuro necesita de la memoria para anclarse, afirmarse, construirse. Al acercarse ese tiempo más privilegiado estaremos todos, si les traemos desde lejanas Torreviejas, si permanecen en nuestro recuerdo, si sus canciones no abandonan nuestros labios. Gratitud es garantÃa de una conciencia colectiva que permanece viva. La memoria riñe con el resentimiento, con la parálisis, mas no con lo venidero. Diez años de la partida de esa voz ronca y generosa, es buena ocasión para aguzar oÃdo y atrapar su eco. “Bestela datozen penai ez diet surik bota nahi, ni hiltzen naizen gauean behintzat egizue lo lasai…†El guión manda, sus propias letras no dejaban lugar a la duda: nos libraremos también nosotros de alimentar el dolor de su partida. Las gentes y los pueblos avanzan en sus gestos y generosidades, pero nunca más, nadie más agonizando frente a otros mares y sus barandillas por haber tarareado tantas verdades. Que las tiranÃas con “label†propio, que las dictaduras de “casa†no vuelvan a gozar de mejor prensa que las que vinieron de fuera. Nuestras manos enlacen asfaltos y ciudades, pero salgan al paso también de quienes dejamos fuera de la propia geografÃa. Eskerrik asko Imanol bihotz-bihotzez!! Camina la tierra ligera, a la vera de paredes blancas sin dianas. Desemboca en una bahÃa sin olvidos, en un pueblo que recuerde tu canción de cuna, tu bravura. Ninguna muerte fue en balde, menos aún la del bardo, a última hora, sin público, sin contrato, ni patria. Cuando terminemos de atrapar ese futuro, de inaugurar esa nación sin puerta, ni tabiques, que las nuevas generaciones no olviden ese poeta grande, ese donostiarra valiente, libre, entrañable, esa alma sin rencor que lo dio todo. |
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