Reformar la Carta Magna y asà poder avanzar juntos/as sin heridas, sin resquemores, es un noble anhelo cada vez más extendido. A partir de una sana y pura voluntad, siempre puede haber punto de encuentro. Ahora sà una nueva Constitución que nos saque de este oscuro túnel de los últimos tiempos, ahora sà la oportunidad de aprender unos y otros de los errores y repensar un mañana de amable encaje y mayor concordia. Ahora sÃ, ceder todos un poco: ni unilateralidad, ni bloqueo y penalización del independentismo, la reforma de la constitución para el encaje de una autonomÃa más amplia de Catalunya en el contexto de un estado federal, se vislumbra como la verdadera y adecuada salida a tan crispado contencioso. Bloquear el acuerdo es tremendo error y supina responsabilidad. Una nueva Constitución es un clamor que comienza a elevarse desde todos los rincones, desde todas las gentes de buena voluntad y cabal sentir. Las fuerzas del progreso han sido y serán las fuerzas de la concordia, del diálogo y el consenso. La intransigencia se cierra en banda con el lamentable argumento de no dar satisfacción a los independentistas, cuando la clave del futuro es precisamente dar acomodo a las razonables aspiraciones de unos y otros. La intransigencia puede posar con treinta años y llevar el último iPhone en el bolsillo. La reacción más recalcitrante puede vestir modernidad, pero no dejará de ser un peso enorme para el progreso de la historia. La historia no perdonará a quienes se oponen a una imprescindible reforma de la Gran Carta que garantizará la convivencia en los próximos tiempos, a las próximas generaciones. Artaza 13 de Junio de 2018 www.koldoaldai.org |
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