Política y paz | Una sola humanidad | Espiritualidad | Sociedad | Tierra sagrada

Sobre el polémico uso de la mascarilla

La confusión es uno de los más claros signos de nuestros tiempos. Vivimos la hora del desconcierto sobradamente anunciada y profetizada. Va finalizando un verano intenso, hermoso, colmado de momentos gratos y a la vez sumamente complicado, el más complicado, sin lugar a dudas, de toda nuestra existencia. La polémica sobre la mascarilla nos ha perseguido en cada uno de nuestros días estivales, hasta el mismo final de la peregrinación ayer en Santiago.

Las olas frente al Atlántico nos proporcionan ahora una paz de la que brota esta reflexión una y otra vez retrasada. Lo que reiteradamente hemos compartido de viva voz a quienes han acudido al Foro Espiritual de Estella (www.foroespiritual.org), al campamento de Urbasa (www.pirinea.org) y a Peregrinea 2020 (www.peregrinea.org) lo exponemos breve y abiertamente en estas líneas.

A menudo no es tanto lo que nosotros/as pensamos, sino lo que nosotros/as podemos ofrendar. Quizás sea más importante considerar cómo podemos contribuir a la armonía colectiva que cómo persuadir en nuestros criterios, aún a consta de confrontar un consenso social alcanzado. Por mucho que no nos convenza, es mayoritario. Quienes cuestionamos el uso de la mascarilla de forma masiva y obligatoria somos llamados a menudo también a realizar un ejercicio de renuncia práctica de nuestros propios criterios en favor de la comunión colectiva, de sacrifico en aras de la mejor convivencia. La Senda espiritual está adoquinada de esa suerte de renuncias, no tanto de rebeldías.

Duele el paisaje apocalíptico de nuestras ciudades sin bocas, sin narices, sin apenas rostros. Duele esa geografía "zoombi" tan privada de alma, pero es preciso aceptarla. Podemos y debemos hacer valer el valor del aire puro, los efectos negativos del uso permanente de la mascarilla, pero a la vez somos invitados a aceptar el amplio acuerdo global que hay al respecto y no osar romperlo. La aceptación nos gradúa. La aceptación puede ir perfectamente acompañada de crítica en clave positiva y de visión alternativa. La actitud visceral de rechazo sólo genera más dolor y crispación.

Disponemos de canales para hacer valer nuestros criterios, para desarrollar una imprescindible labor didáctica en favor de una salud integral, del fortalecimiento del sistema inmune. Podemos contribuir a disipar los miedos que paralizan nuestras sociedades..., pero al salir a la calle prime el gesto de humildad, el necesario ejercicio de compasión y comprensión.

Habrá a menudo que tapar boca y nariz. En ese preciso momento en que subimos lo goma hasta la altura de media cara, podemos también ofrendar esa incomoda situación, esa falta de aire, esa sensación de asfixia en aras del progreso de la conciencia, para que todo ese engorro redunde un día en favor del bien colectivo. La incomodidad será de esa forma mucho más llevadera. En ese instante de renuncia podemos pedir para que la salud alcance al mayor número de seres, para que la enfermedad retroceda, para que nuestros cuerpos se fortalezcan y prevalezcan sin necesidad de echar mano de esos dispositivos tan fastidiosos y poco saludables.

Aceptación no tiene nada que ver con sumisión. Nosotros aceptamos y a la vez nos pronunciamos; compartimos amable y cortésmente nuestro disenso, cuando observamos la oportunidad adecuada, cuando las posibilidades y medios se presentan. No confrontemos, sólo sembremos criterios de lógica y de salud integral en la tierra fértil de quienes quieran escucharnos. Sumisión es propia de los seres no libres, la aceptación corresponde a los seres que aspiran a hacer el mejor uso de su libertad.

* Imagen de ayer en la Plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela. Ceremonia de fin de Peregrinea 2020 (www.peregrinea.org)
Playa de Repibelo (Arteixo-Coruña)
www.koldoaldai.org

 
   |<  <<    >>  >|
NUEVO COMENTARIO SERVICIO DE AVISOS

 
  LISTA DE COMENTARIOS