Pese a lo que sugieren las consignas de las algaradas de estos dÃas, grandes testimonios nos han mostrado a lo largo de la historia que ser pacÃficos es el verdadero y único camino de progreso. No hay otro. Con los altercados contra el encarcelamiento del joven rapero como telón de fondo, el espÃritu de la no violencia está siendo seriamente cuestionado. Pancartas en las calles, vÃdeos y mensajes en las redes pretenden darnos a entender la falta de efectividad de las protestas pacÃficas. La “kale borroka 2.0†gana inusitados adeptos, pero conviene nutrirnos no sólo de la subversión de “Telegramâ€. La impotencia social no se sana con catarsis violenta, sino con buenas dosis de sabidurÃa y generosidad. La defensa del “ahimsaâ€, o práctica de la no violencia, está indisolublemente unida a la ley de la evolución. Los logros de la conciencia exigen su tiempo y paciencia. La sociedad de la inmediatez reclama conquistas inmediatas, al volverse roncas las gargantas, al término del desfile por las “anchas alamedas†y eso es sencillamente imposible. Mayor quimera es aún pensar que la arcadia sucede a noches de cristales rotos y de enfrentamientos con uniformados. Esas supuestas “conquistas†sólo pueden devenir vana y peligrosa ilusión. La honra a todo semejante, el respeto sagrado a toda vida ha de ser inherente a cualquier intento de progreso colectivo. Las conquistas de la conciencia interior, es decir las únicas y verdaderas conquistas, de las cuales después derivan los logros sociales y estructurales, son lentas, pero firmes. No podrÃan ser de otra forma. Los “Palacios de invierno†de los zares, que jamás los Capitolios, se pueden asaltar en una tarde de rabia, pero la historia nos ha sobradamente demostrado que esos arrebatos, no sólo no generan avances, sino que a menudo retrocesos. Una comunidad fuertemente unida, internamente cohesionada, valientemente plantada ante un abuso, un atropello, una injusticia flagrante tiene la fuerza que nunca lograrán las piedras y los “cocteles molotovsâ€. Esa comunidad de almas vinculada en propósitos altruistas y medios pacÃficos implica ya de por sà un progreso de conciencia colectiva inconmensurable. Mahatma Gandhi nos marcó felizmente para siempre. El “mequetrefe en pañales†predicó para la eternidad. La fraternidad humana a la que aspiramos puede arrancar aquà y ahora. Como es arriba es abajo y algo del futuro puede ser hoy. Lo que aspiramos para el mañana ha de semejarse al presente que ahora caminamos. El fin está indisolublemente unido a los medios. No hay atajos, simplemente porque nuestra conciencia, al igual que la semilla o el embrión, maduran muy pausadamente. No hay cocina rápida en los lentos fogones de la conciencia y si lo hubiera serÃa manifiesto fracaso. ¿O es que aún necesitamos más ejemplos de ideologÃas quemadas o revoluciones absolutamente fallidas? El joven rapero no debiera estar en la sombra; la "corona" cuanto menos despojarse de exceso de privilegio y poder; la clase polÃtica dar ejemplo de servicio desinteresado..., pero todo ese justo clamor adquirirÃa infinita más fuerza y eficiencia con la acción pacÃfica. El "ahimsa" implica una gran acumulación de poder interior y nobleza. Si todas esas protestas hubieran sido pacÃficas, en alarde de civismo, Hasél tendrÃa los minutos contados en prisión. Nuestras calles ahÃtas de cristales rotos y de hogueras hasta los cielos, no necesitan más odio, sino pureza de ideales y medios a su altura. Artaza 24 de Febrero de 2021 * En la imagen la pancarta que presidÃa la manifestación el pasado domingo en Madrid. ALBERT GARCIA / EL PAÃS |
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