En este rechazo a aventar las cenizas, en esta insólita alianza con los gusanos que se “trapiñarán†el cuerpo, en esta defensa a ultranza de los lúgubres cementerios, no hay sencillamente nada del mensaje de universal amor del Nazareno. La Iglesia interpreta, más bien sigue interpretando y están en su derecho, pero estarÃa bien que asà lo hiciera constar. GuÃas y maestros de las más diferentes escuelas y tradiciones espirituales abogan por la cremación. Dice el maestro tibetano Djwhal Khul: “Es algo afortunado y feliz que la cremación se vaya imponiendo. Dentro de un tiempo la tarea de sepultar a los muertos en la tierra será contraria a la ley y la cremación obligatoria como medida saludable y sanitaria. Desaparecerán eventualmente esos lugares sÃquicos e insalubres llamados cementerios, asà como la adoración a los antepasadosâ€. Afirman esas tradiciones espirituales serias, mayormente orientales, que con la cremación estarÃamos impidiendo al alma la tendencia a un descenso que le perjudica. Se beneficiarÃa claramente con las llamas. No encontrarÃa ningún “punto de enfoqueâ€, no se sentirÃa atraÃda por ninguna “vibración terrestreâ€. El abuelo nunca ocupó el “bote de la mermeladaâ€, nunca estuvo allà dentro, ni siquiera sus restos, a lo sumo el frasco de cristal contuvo las cenizas de su “carcasa†material ya seriamente deteriorada. No serÃamos cuerpos, serÃamos almas que toman circunstancialmente cuerpo, almas destinadas a volar cuando el cuerpo ya no sirve, cuando le llega la hora de la mal llamada muerte. El cuerpo en descomposición es siempre un motivo de lastre para el alma que aspira remontar otras dimensiones. Hay otras razones profilácticas como el impedimento de la propagación de enfermedades, razones higiénicas, amén de otras más profundas y ocultas que irán viendo la luz. Por ahora, ante la sorprendente encÃclica, poner en valor la máxima suprema y elemental de la libertad, el principio de consideración fraterna de las razones del otro. "Las cenizas deben ir a un lugar sagrado" reza la reciente e incomprensible encÃclica condenatoria, pero yo pensé que toda la Tierra inmensa era sagrada, era Hogar de mi Padre, no sólo el perÃmetro del templo cristiano. Yo pensé que la Creación entera era sagrada, pues sagrado es su Origen. Descansen nuestros restos en tierra "desacralizada", si esa firme voluntad nuestra sirve para empujar la conciencia del humano hacia una mayor congruencia, pero sobre todo a un mayor respeto hacia el hermano/a y sus creencias. Nos vamos con nuestras cenizas a otro lado, porque en realidad nunca fuimos, ni seremos esas cenizas. El cuerpo fue vehÃculo preciado, maravilloso, inigualable, pero funda, urna, envoltura al fin y al cabo. Nos vamos con nuestras cenizas a buscar otros vientos que esparzan ancho, que soplen fuerte para suscitar mayor lógica y generosidad en los corazones de la Curia romana, en otros corazones por la rÃgida ortodoxia acartonados. |
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