¿Cuántas veces les pedimos lo que ahora por fin han abrazado? Demasiadas décadas desoyendo el clamor mayoritario, generando tanta muerte y sufrimiento. Demasiadas ausencias, demasiados hombres y mujeres nobles a los que ETA brutalmente privó de su aliento. SÃ, es cierto, que “sortu†debió haber sido hace muchas nieves, que perdieron muchas oportunidades para renacer y recrearse. No hacÃa falta tanta sangre roja para estos brotes verdes. Pero la primavera de “Sortu†llegó por fin en el arranque de febrero. Señores jueces, señores polÃticos… dejen nacer esta esperanza. En la palabra que han dado y sembrado (“sartuâ€) y con la cual se han comprometido, les va toda su dignidad. SÃ, ellos/as también tienen dignidad. Creemos en su palabra (“hitza emanâ€), porque creemos en el hombre, en su posibilidad de recrearse (“sortuâ€), de regenerarse, de volver a nacer, de empezar un camino nuevo. Creemos en el humano, en la nobleza inherente a todo ser, por oculta que se manifieste. Creemos en su infinita capacidad evolutiva. Creemos que siempre hay que dar una oportunidad a la transformación sincera. Osemos, pues, dar crédito a su palabra. Todo apunta a que no es preparada, de conveniencia para una rueda de prensa, que no es discurso y puesta a punto de escaparate, sino una palabra más profunda, más anclada, una conciencia largamente madurada en sus bases, auspiciada por muchos lÃderes, Otegi a la cabeza. Es un hartazgo de capuchones y de sus cuevas, de su propia violencia. Era un futuro hipotecado, era mucha juventud, mucho potencial tras las rejas, eran ganas de invertir en positivo, ganas de empezar a reconstruir y no de seguir destruyendo. No es un correr para la cita de mayo, es una conciencia de paz, que tras décadas de gran sufrimiento infligido, pero también sufrido, acaba aflorando. Ya no es un movimiento tÃtere guarecido tras una banda. Han dado su claro paso de emancipación. Han rechazado abiertamente y sin rodeos la violencia de ETA. Se han unido a las fuerzas que creen y crean, que alientan la vida y ya no la apagan. “Sortu†reclama “sartuâ€. Por fin han sembrado y honramos su siembra. Creemos en “Sortuâ€, no necesariamente en su ideario, sà en la palabra dada, sà en las armas que comenzarán a mutar en arados, sà en la palabra de perdón en los labios de cada vez más ex-militantes, verbo aún más madurado, de más valiente y largo recorrido. El sector que apuesta por la vida y el fin de la violencia de ETA es ya aplastantemente mayoritario en el entorno radical. Ojalá su palabra gane creciente confianza, ojalá más pronto que tarde signos de incipiente reconciliación, ojalá podamos pronto comenzar a rehacer la constelación de imprescindibles confianzas en el seno de nuestro pueblo. La izquierda abertzale ha podido constatar el erial en que todo queda trasformado por la violencia. Han reconocido implÃcitamente que tras la siembra de balas y “goma2†sólo, sólo hay cosecha de sufrimiento y de odio. Su apuesta es irreversible. Estimulemos el impulso, no lo dificultemos. Madrid, sus letrados y polÃticos, debieran reconsiderar. Es difÃcilmente comprensible el deseo de que la izquierda abertzale abandone la violencia y a la vez cerrarles todo resquicio de participación polÃtica. Desde la capital del Estado no se puede ahogar la ilusión que aquà comenzamos a vivir. No hay ningún impedimento legal para que falten las papeletas de “Sortu†el 22 de mayo. El Gobierno no puede permitirse ese enorme déficit democrático que sólo alimentarÃa a los violentos nostálgicos del pasado. Demos una oportunidad a su palabra. Egiguren ha hablado claro y rotundo: sólo resta un poco de valentÃa, sólo un poco menos de encuestas electorales y más responsabilidad de Estado. Sus palabras cobran más valor a sabiendas de que caerá sobré él la artillerÃa del partido, sin embargo van mermando las fuerzas que tratan de dificultar lo obvio venidero. Perdimos muchas cosechas, ahora volquemos cuanto antes sobre los campos del mañana, ahora sembremos de dÃa y de noche todos juntos y juntas. Ahora construyamos (“sortuâ€) un PaÃs Vasco en el que haya por fin un sitio para todos y todas, en el que absolutamente nadie sea marcado, ni marginado por su filiación polÃtica, una Euskal Herria, por fin empoderada para decidir libre y democráticamente sobre su destino, sobre su futuro. Podamos estar todos los actores polÃticos, judiciales y sociales a la generosa altura de este tiempo único. Hemos aguardado por mucho tiempo este resurgir, este rebrotar (“sortuâ€) colectivo. Nadie granice sobre estos campos que ya verdean. |
|
|
|
|< <<
1
>> >| |
|
¡Hablas tanto y tanto de ellos!...y tan poco (o nada) de sus vÃctimas. ¿Por qué, me pregunto? ¿te lo preguntas tú cada vez que escribes un artÃculo sobre el tema? Si tu mirada es universalista y pacificadora, como dices, deberÃa abarcarlo todo... ¿no? No sé si creerme el arrepentimiento, porque no veo por ningún sitio algo que deberÃa existir, y ello es arrancarse y tirarse a los pies de aquellos que dejaron sin hijos, sin padres, sin maridos, sin esposas,... para reclamar su perdón al menos. Porque quienes derramaron sangre lo hicieron a conciencia, quienes perecieron no lo buscaban. Ser espiritual no significa evadirse de la realidad para vivir de ensoñaciones, es quizá por eso que el mundo sigue sin cambiar. SÃ, perdón... sÃ, acogida... pero sobre la base de un propósito de enmienda reconocible, no sobre ideales. Un gesto, un solo gesto visible...
|
|
|
|