No, no serÃa la piel con piel lo que unirÃa a la compañera con el compañero, serÃan los actos cotidianos de muda, cuidadosa y total entrega. Ahà están de prueba esas camisas que lucirás como nunca lo has hecho. Ahà está la canción que ella puso en sus labios, cuando creÃste que ella holgaba y en realidad pensaba en ti y en quitar la última arruga de tus camisas. Nadie lea glosa machista, sino canto a ellas, a su entrega, a su obra bien hecha. Nadie dude de que nosotros habremos de ganar destreza con la plancha y con la olla y con la fregona y con la bolsa de la compra… SÃ, cada quien asuma sus responsabilidades. Cada quien debe comprometerse con el lustro y el orden, asumir las tareas de la casa, pero a veces la pantalla no aguarda y ella se cuela… De una gran bola de algodón ella hará una obra de arte, con sus pisos de ropa bien arreglados. Entonces sà habrás de soltar el teclado, entonces sà deberás dejar de escribir tonterÃas, olvidar la ventana y abrazarla fuerte, no sólo piel con piel, sino corazón con corazón, compromiso con compromiso. No, no es la epidermis de los cuerpos, sino de la almas lo que sella las auténticas alianzas. No es el revuelco entre las sábanas, no es la cabalgadura hacia un cielo sin nombre, la escalada un pico siempre huido…, lo que terminarÃa de estampar la unión. El amor se solaza y se mece en el lecho, pero en verdad se consagra al ponerse las zapatillas y abandonarlo. Es el olvido de uno mismo para el bien del otro, lo que consagrarÃa plenamente el genuino amor. Son las camisas planchadas, los mil y un detalles que pueden hacer la vida más agradable a la compañera o el compañero. El amor no se canta, se vive. No, el amor no se escribe con letras digitales, sino con reales signos de entrega, fidelidad y compromiso, pero el domingo luciré sin arrugas y a alguien querÃa contarlo. Pintura de nuestra amiga Dora Gil (www.doragil.com) |
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