No son los pescadores italianos los que han mirado para el otro lado. Somos un poco todos los que desoÃmos el socorro que nos alcanza de tantas geografÃas que naufragan. Ayer nosotros también embarcamos rumbo a una Lampedusa que se llamaba México, Inglaterra, Rusia... Mañana las costas vuelvan a ser abrigo, refugio de los que pasan hambre, injusticia, enfermedad, persecución, desaliento... No naufrage el alto ideal de fraternidad humana. Aún podemos enderezar la deriva, salir de las peligrosas corrientes del materalismo e idividualismo. Los últimos doscientos muertos subsaharianos en el Mediterráneo terminen de abrir la estrecha compuerta de nuestros sentimientos, la dársena enmohecida de nuestros corazones. * Pintura de Rolando Bracamontes. |
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