Claro que sÃ, “hágase Tu Voluntad y no la nuestraâ€, pero un espeso musgo ha ido comiendo las señales. Se esconden las flechas amarillas en las veredas hacia Su Reino. Un densa niebla cubre aún los prados de la UtopÃa. ¿Cómo se concreta hoy aquel "déjalo todo y sÃgueme…†a orillas del Tiberiades? ¿Pasa, en nuestro caso, esa instancia interior, que no invitación, por tomar las ruinas de la montaña de Lugo? Mi amigo dice que allà ha plantado la espada, que allà será nuestro Camelot, pero yo le pregunto un dÃa sà y al otro también, si no contempla el Plan algún rodeo de zarzas y sinsabores, si es voluntad de Dios atrincherarnos entre esas piedras heladas. ¿Merecemos morar en un hogar más tibio? ¿Sigue siendo el esfuerzo sufrido un signo de trabajar con y para los Cielos? No sé si desde Arriba aún tratan de enseñarnos más por el camino del sufrimiento. Torpe alma la nuestra que aún no distingue si la futura estancia es de piedra, de madera, o de algodón; si el camino ha de ser de hielo o sembrado de polen. He dudado mucho y he mareado más. No me hace aún temblar el frÃo, sino la duda. ¿Caduca o perdura aún el tiempo de las duras batallas? ¿Somos llamados a esas estancias tan a merced de los helados vientos? A fuerza de imaginar las ruinas nos encerramos en ellas, ¿pero era ése el destino? ¿HabÃa que provocar las pruebas hasta ese extremo? Respiro este frÃo de la montaña navarra, intentando sentir aquel otro frÃo más crudo, más desprotegido. ¿A fuerza de imaginar caminos duros, no cementaremos nuestra realidad inmediata? ¿Dónde el punto del medio? ¿Merecemos poder sentir el agua templada? ¿HabÃa que tomar tan al asalto la utopÃa…? No lo sé, sólo comparto los interrogantes que me han perseguido dÃa y noche desde que, allá por primavera, visitamos por primera vez aquel tan fascinante como desapacible lugar, a la vera del Camino. Tiene que haber una geografÃa más alfombrada, más resguardada repite mi alma, cuando es lamida por aquellos vientos de altura. Honro a quienes siguen entre las ruinas, a quienes apuntalan tan pesado techo, pero mi piel urgÃa literalmente sol y mi alma luz. ¿Alguien sabe por ahÃ, por dónde se va a la UtopÃa? Apoyaremos tan noble causa, colaboraremos con el pionero que clavó allà su espada, con él y su compañera. Echaremos una mano a los valientes que apuestan tan fuerte, pero subiremos con el deshielo, cuando las flores alegren los prados y el sol vuelva a templar las heladas piedras. Información del proyecto O Couso en: http://proyectocouso.org |
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