Una aspiración noble como aquella de 1948 se marchita si no alcanza a sus valedores el sufrimiento de otras madres y otros niños. Aquella Tierra Santa no estaba sólo prometida para los hijos de David. La “aliyá†(retorno, migración) a la Tierra de Israel (“Eretz Yisraelâ€) pudo haber sido una de las recientes epopeyas de la historia, de haber logrado la sana convivencia con quienes allà ya habitaban. No podemos juzgar, menos aún desde distancia fÃsica, simplemente pensamos que pudo haber sido de otra forma. Evidentemente con mucho menos terreno conquistado, con una geografÃa más reducida, pero con mucha más paz y menos lastre de conciencia. HabÃa muchos mimbres para levantar una nueva nación, sin embargo el mismo dÃa de la fundación del Estado de Israel los jóvenes judÃos hacÃan petate para ir a la batalla. Sobraba capital humano, entusiasmo y creatividad, ¿pero cuánto de ello no se invirtió en nuevas campañas bélicas, en ganar terreno de forma ilÃcita? ¿Cuántas veces la tan clamada seguridad no fue excusa de ilegÃtimas conquistas? Es cierto que los vecinos no lo pusieron fácil, ¿pero cuántas veces pesó la ley del más fuerte? Es cierto que las naciones árabes desde el principio trataron de echarlos al “Mare nostrum†del que vinieron, ¿pero no colocaron los padres de la patria también demasiado lejos aquellas “fronteras segurasâ€? Quisiéramos estar glosando ahora el testimonio de un hombre que hizo historia de la grande. Historias de las pequeñitas, de quienes sólo se ofrecen a los suyos, a sus exclusivas patrias chicas, ya tenemos algunas. Fueron fuertes en el empeño, hicieron épica de la buena al crear civilización en la arena, al levantar sobre ésta futuro y prosperidad, pero seguramente les faltó generosidad en esa victoria a tantas bandas. ¿Será pedir demasiado a la historia, a sus protagonistas, a los pueblos valientes, a quienes del puro desierto y de la nada dieron vida a una formidable nación? Israel trajo libertades, derechos humanos, y democracia a donde reinaba la ley de la tribu. Creo un oasis de modernidad en mitad de la edad media. Faltó poco para coronar la hazaña. Solo les restó romper en algún momento, en algún punto esa espiral de violencia. Sobraron conquistas de lo que no les pertenecÃa, sobraron muros de la vergüenza, asentamientos donde estaban los limoneros, el hogar y el legado de sus hermanos palestinos… ¿Qué felicidad puede alcanzar el "pueblo elegido" armado hasta los dientes"?¿Por cuántas generaciones cargarán las mujeres jóvenes de Israel, casi adolescentes, con esos pesados trabucos de guerra? Hacia falta algo más que la amabilidad de este último padre de la patria para liberar a los futuros jóvenes de tan pesada carga, de tan controvertida herencia. Arteixo 29 de Septiembre de 2016 http://www.KoldoAldai.org |
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