Y si Merkel ganara rozando la mayorÃa absoluta, para invitarnos de una vez por todas a encarar esas responsabilidades, a comenzar a aceptar por fin que somos los hacedores de nuestro presente...; que los "males" de la tan mentada crisis no son obra y "gracia" de una denostada señora, que pide gastar de acuerdo a nuestros ingresos. Y si Merkel ganara para que dejáramos de endemoniarla... Semejante triunfo acarrea serios cuestionamientos. Seguramente la canciller que reengancha por tercer vez consecutiva con holgada ventaja, no es ni ángel, ni demonio; seguramente representa también un rigor y una seriedad de los que, en alguna medida, aún adolecemos. La mente y el corazón reparan en ese digno ocho por ciento obtenido por los Verdes alemanes, forjadores y pilares de los Verdes europeos. Nadie se lleve a engaños: apostamos por quienes apuestan decididamente por la Madre Tierra y la solidaridad humana, pero será preciso estudiar porqué se perpetúa la tan criticada mandataria. Estos acontecimientos interroguen a una sociedad como la nuestra, que siempre echa las culpas fuera, que vuelca todas las cargas en esa lejana señora; que no termina de encarar sus propios y evidentes fallos, que acostumbra verter la porquerÃa en la acera más allá del Rhin... No celebro el triunfo de una mujer y de una formación que cuestionan ciertas conquistas sociales, que pretenden perpetuar un sistema materialista e individualista, una civilización caduca que considero preciso ir superando. Sin embargo premisa indispensable para construir otra sociedad más justa, más sostenible, más solidaria, es la asunción colectiva del valor de la responsabilidad; es asir con fuerza las riendas de nuestro futuro; hacernos, sin concesiones al victimismo, los dueños de nuestro destino. Ya no más balones tan fuera, tan lejos. Al fin y al cabo, ese otro mañana posible no se juega en la cancillerÃa alemana, ni en el palacio de la Moncloa, ni en Ajuriaenea..., sino probablemente mucho más cerca, en lo más profundo de nosotros y nosotras mismas. Tenemos Merkel para rato, tenemos sobrado tiempo para reconocernos, no como las vÃctimas inocentes de las maquiavélicas maniobras de una "oscura" mujer, sino para asumirnos plenamente como los exclusivos constructores de un porvenir aún cargado de esperanza. |
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