Es inevitable que veamos el pasado sesgado en función de nuestra ubicación y circunstancias. Iremos avanzando en la búsqueda de ángulos más consensuados, de enfoques en los que quepan más miradas aligeradas de rencor. ETA causó mucho, cruel y absolutamente injustificable daño fuera y dentro del PaÃs Vasco, sin embargo no podremos tampoco olvidar que el eco de los bombardeos de Gernika o Durango aún no se habÃa disipado cuando la organización violenta cometió su primer asesinato. ¿Podrán nuestros relatos del mañana sumar todos los estruendos, todas las sangres, secar todas las lágrimas…? Venimos de una larga espiral de violencia. Tras haber felizmente cedido ésta, quizás haya que esperar un tiempo para enchufar las cámaras y grabar los vÃdeos. El "mea culpa" de la izquierda abertzale indudablemente acelerarÃa el proceso. Esa insoslayable solicitud de perdón abrirÃa el paso a mayores consensos, a los vÃdeos que más pronto que tarde habrán de estamparse en las despejadas conciencias adolescentes, en las limpias paredes de sus aulas. Estamos llamados a comprender todos los sufrimientos. Cada uno tiene su propio color. Unos son más agudos que otros, más injustificables que otros, pero todos dignos de ser considerados. Hacen falta miradas capaces de recogerlos todos y después ensayar llevarlos a la pantalla. Nadie logrará burlar la severa, la insobornable historia. Todos los relatos, en la medida que pasa el tiempo, se van recubriendo y tamizando de más verdad. En la medida en que se sume información y se resten emociones, la mirada aérea y objetiva irá progresando. Esa mirada más abarcante y, si es que cabe, más definitiva, no será de un dÃa para otro. Podremos acercarla en la medida en que, como decÃa el “fratello†de AsÃs, “no busquemos tanto ser comprendidos, sino comprenderâ€, en la medida que dejemos caer coraza y blindaje y nos volvamos sensibles a la pena que creÃamos ajena. ¿Quién se puede creer a estas alturas el relato de "la cruzada del 36" que en su dÃa fue absolutamente omnipresente? ¿Quién se iba a creer que, en esa nueva vuelta de la espiral de violencia que arrancó aquà a finales de la década de los sesenta, que la suma de más sangre del “adversario†podrÃa acercar la supuesta “liberación del pueblo vascoâ€â€¦? Con el transcurso del tiempo, lo falso va ganando en pudor y va cediendo lugar a una verdad que siempre termina silenciosa y sutilmente imponiendo. Quizás menguar la urgencia de proyectar esos vÃdeos en las escuelas del PaÃs Vasco, aguardar a que se aplaquen emociones aún en desnuda epidermis. Quizás siquiera por un momento detener los vÃdeos y respirar desde otra casilla. “Socializar el dolorâ€, pero ya con una semántica absolutamente contraria a la que se utilizó en aquella brutal campaña que iba borrando concejales del mapa. Ahora socializar el dolor, no por supuesto en el sentido de sembrar más de él, sino de acercarnos desde las diferentes trincheras. Ahora compartir el dolor con voluntad de ensayar abrazarnos con las heridas de nuestras almas a cuestas. Más pronto que tarde proyectarnos en las paredes blancas de las aulas, del futuro esperanzado con las cicatrices cerradas y sanadas, que no necesdariamente olvidadas. |
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