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Mindfulness improvisado

Siquiera de vez en cuando, dejarse fluir, disfrutar del no hacer, relajarse y acomodarse en el instante. Siquiera en el corazón del estío, rebelarse ante el agobio. Mi madre me ha liberado de la esclavitud de la actividad constante, de la filosofía, en cierta medida también subyugante, del continuo hacer algo. La estoy cuidando, aquí junto al mar, en este verano que lanza sus últimos potentes rayos. Cuando el sol embadurno su piel tostada y arrugada; cuando las olas, le sujeto; cuando nada, le socorro... A sus ochenta y muchos años me sigue dando lecciones…

Ralentizar la vida en su compañía me ha hecho mucho bien. Ella me ha liberado del apremio, me ha enseñado por necesidad lo que los maestros espirituales no han conseguido: clavarme en el aquí y ahora, vivir despacio, muy despacio, poniendo conciencia a cada acto. Cuando se cansa, me enseña a disfrutar de la respiración y la paz en el banco más cercano. Cuando el collar complicado me armo de paciencia hasta acabar éste en su cuello aún presumido...

Avanzamos sin prisa alguna por una ciudad colmada estos días de reclamos. Vivimos sin reloj, ni calendario. Le enebro las agujas para unos remiendos que nunca se acaban. Cuando compra, le cuento las monedas. Escogemos juntos la fruta y la verdura en el mercado desbordado. Cocino con desacostumbrada atención, elegimos películas que, además de entretener, hacen bien al alma… También discutimos de vez en cuando, pero me deja rendido y batido en retirada en cuanto me suelta el proyectil de insuperable calibre que reza “obedecer es amar”. Asumir y no perseguir su Aghata Christie y retahíla de policíacas, su colorida colección de diarias pastillas…, me ha dado a la postre mucha paz. Su vida definitivamente no es para vivirla como yo quiero. Además no protesta al desaparecer el filete del plato y el chorizo del potaje.

Vengo del regalo de un rato en la playa, de perdonarme del “pecado” de no hacer algo. Comienzo a disfrutar de este ritmo pausado. Junto a ella me he dado cuenta de esa severa disciplina autoimpuesta de estar permanentemente haciendo algo. Sístole y diástole, montaña y mar, trabajo y descanso...; los paréntesis son necesarios, imprescindibles mientras que no se alarguen más de lo debido…

Su asistenta ha tomado vacaciones. Definitivamente viene bien esta cura de "mindfulness", esta cura de madre.

Donostia 26 de Agosto de 2018

 
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