Creà ver ayer reunidas las condiciones. El cristal era enorme y enseguida avizoré la oportunidad de traspasarlo e ir más lejos de lo habitual. El gran ventanal se presentaba junto a nosotros como metáfora de la vida. Le propuse explorar la ventana tras la ventana, la plaza tras la plaza, la vida tras la vida… Se prestaba el momento de encarar cuestiones de enjundia, temas de envergadura, acercarnos a las grandes cuestiones de la vida, la enfermedad y la muerte, las cosas de Dios que nuestra sociedad acostumbra ocultar. La consumición podÃa ayudar a desatascar lo sellado. A eso habÃa que sumarle el sofá mullido, la mañana sin prisa alguna de domingo y sobre todo la cercanÃa de la sombra de su inevitable olvido, desmemoria que ya comienza a arañar los preciados recuerdos con grandes zarpazos. La ocasión se pintaba, pero no ocurrió. Hubiera hecho falta "vermouth" de alta graduación en vez de zumo de naranja y las pastillas no lo permitÃan. Ella se siente segura, a cubierto con las respuestas que el doctrinario le facilita. No tiene intención de salirse del guión. No desea explorar más allá del catecismo oficial. Hay que respetar el apego al tradicional refugio, a la fe ancestral. Es preciso no ir de sabido, no insistir. Sà me dijo que cada mes se encuentra con un cura. Es lo que antes llamaban confesión. Con él sà que abre su corazón. Creo que en esos momento sentà celos de ese jesuita que escucha periódicamente la bondad, la pureza, la sencillez derramados en sus oÃdos. Aquél a quien ella ha dado vida fÃsica, difÃcilmente sabrá más de la vida y de la muerte que ella, por supuesto nunca más que un sacerdote. Ella lo prefiere. Con su hijo no procede "confesarse". Le quiere, pero no lo sacará de la categorÃa de eterno “hippie†y pensamiento débil. Mezcolanza, ideas raras, por más que ella jamás se le ocurrirá verbalizar nada semejante. Por el enorme cristal no desfilaron metafÃsica, ni visiones de futuro. La consumición no sonsacó ningún secreto. Ortodoxia obliga. Cada quien ajusta el despertador para empezar a salir de ella a la hora en que se le antoja. A los demás no nos corresponde adelantar la manecilla. Me limité a decirle con todo el cariño que fui capaz y sin el más mÃnimo interés de confrontar sus creencias católicas. - Amatxo, volvemos. No es sólo una vida. En medio de la eternidad el Dios Madre-Padre todo Amor nos da infinitas posibilidades, no sólo una, para llegarnos a su vera. Siempre exquisÃtamente respetuosa, no dijo nada. Volvió a agarrar el zumo y le dio un trago largo. |
|
|
|