En realidad, ¿quién va detrás, quién delante? ¿Acaso éste que exhibe orgulloso la sierra inconsciente va delante de quien en silencio soporta sacrificio? Sólo si la causa es mayor, tendrá justificación acabar con la vida de un ser perteneciente a un “Reino inferiorâ€. Nuestra palabras nos confunden, pues nos falta verbo para desenvolvernos en las nuevas realidades, en medio de nueva conciencia que estamos creando. ¿Cuánto gobierno se nos ha otorgado, sin haber alcanzado aún la debida conciencia para ejercitarlo? Me duele la sierra que tomo en la mano. Me duele lo que acabo de hacer. Ese arbusto llevaba decenios en el bosque. He llegado de repente, lo he cortado y cercenado su larga vida. Sólo una razón de peso, puede justificar esa acción. La cumbre de la creación, los instrumentos que se nos proporcionan al situarnos en esa cima, comportan una responsabilidad de la que hemos de tomar justa noción. ¿Hacemos adecuado uso de ese inmenso poder que el Sin Nombre ha depositado en nosotros? Cada vez que tiramos un árbol o matamos un animal, muere también algo nuestro, porque nosotros somos la Creación. “No hay dos Creaciones, una a nuestro servicio y otra a la que pertenecemos. No hay dos mundos, ni dos trabajos, ni dos planes…â€, reflexiono mientras vuelvo a casa con el árbol cortado. Siempre habremos de buscar el pensamiento y la acción correcta, siempre ir tras el mayor bien para el mayor número de seres, por supuesto no sólo humanos. No sólo atender a las leyes de la Tierra, sino sobre todo a las del Cielo, que nos llegan a nosotros en forma de voz de la conciencia. La conciencia me dice que hoy no abra ningún libro sagrado al esconderse el sol, que el árbol y su recuerdo es en este atardecer el más grande de mis Maestros. Deberé aprender a padecer callado, al igual que él acaba de hacer, deberé aprender a perfumar yo también a quien mañana eventualmente se acerque a mi vida y me pueda causar daño. El filo se clave en mi también con un silencio de perfumado agradecimiento. |
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