No nos revelamos, aceptamos. La vida es infinitamente sabia y sólo nos acerca lo que necesitamos. A veces el mensaje no viene en papel charol. Por mucho que nos cueste comprender, nada que nos ocurre viene de la mano de la casualidad. Esa señora no existe. Esta respetable señora nos la hemos inventado, para explicar lo que se nos escapa, para no asumir lo que no deseamos. Por más que nos cueste aceptarlo, la punzada es la precisa, la llaga tiene un diámetro ya diseñado, el golpe arrastra siempre la fuerza calculada… Incluso el accidente lo colocó nuestra propia inconsciencia en el camino. Al final de ese camino, tras la plena aceptación de cuanto nos sobreviene, un dÃa el amanecer despertará con toda su luz. Hemos paseado mucho con "la señora Casualidad" y ahora toca despedirla, afrontar lo que nos viene, a sabiendas de que es lo que nos corresponde. La infinita Inteligencia tras la maravilla de la Creación, no deja nada al albur de esa señora caprichosa. La pomada de la comprensión nunca caduca. Escribimos a la búsqueda de una verdad que aflore y dicte, de paso también calme. Ni el grito, ni el puño rasgarán jamás nuestra noche. Es el alma en los labios callados, es la oración silente la que nos acompañará siempre hasta el dulce, cálido y amoroso abrazo del sueño. |